<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d15196203\x26blogName\x3dklept%C3%98\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLUE\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://klept0.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://klept0.blogspot.com/\x26vt\x3d70975121274733012', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe", messageHandlersFilter: gapi.iframes.CROSS_ORIGIN_IFRAMES_FILTER, messageHandlers: { 'blogger-ping': function() {} } }); } }); </script>
kleptØ

Todo lo que no es nuestro, prometemos haberlo robado. 

miércoles, marzo 29, 2006

10:09 p. m. - Espejismos


Coincidía con él, a la misma hora en el tren. Nos bajábamos los dos en la misma parada, recorríamos juntos el mismo tramo de calle, y luego él giraba hacia la izquierda y se perdía entre la gente y los árboles de la acera. Era entonces cuando yo me giraba y comprobaba lo bien que le sentaba el negro, cómo le ondeaba el pelo rubio, largo el flequillo, peinado de medio lado, muy corto en la nuca, y miraba embelesada el bamboleo de su mochila de cuero gastado colgada de su hombro derecho.

Así transcurrieron los días, las semanas, y las fantasías alimentadas por miradas furtivas que hacía y creía recibir, mi mente pérfida acostumbrada a tantas y tantas películas de suspense e intriga, barajó la idea de seguirle, de conocer al extraño, para convertirlo en conocido. A partir de ese momento le miraba con más atención, como calibrando si valía la pena, se parecía a... ¡sí hombre!, incluso los dientes los tenía igual de feos, bueno más bien se daba un aire a mi adorado Bowie, sí ya sé que es rarito, pero así es una también, rarita.

Llegamos a la parada, nos bajamos, y esta vez yo me coloqué justo detrás de él a un metro de distancia, sin prisa llegamos a la esquina, su esquina, él giró a la izquierda y yo, hice lo mismo. Se detuvo delante de un portal regio de madera, en el interfono apenas habían tres pulsadores, con lo que fué facil a la distancia en la que me encontraba distinguir que presionaba el segundo, la emoción me embargaba pero no en sentido estricto sino más bien amplio, muy amplio. Esperé a que desapareciera tras el portal, me lo imaginé subiendo las escaleras, dejando la mochila en el suelo despreocupadamente, calculé que habían pasado un par de minutos y me ví presionando el segundo botón del interfono. Esos segundos de espera fueron indescriptibles, nuevamente mi imaginación lo veía fingiendo asombro, recibiéndome con una sonrisa cálida, permitiéndome que entrara a su mundo, para no dejarme escapar, yo me resistiría, para luego ceder. Así fue la primera vez que viví un espejismo, es parecido al enamoramiento, por el rollo de las mariposas en el estómago, y el corazón bombeando a mil por hora, pero se diferencia porque tus instintos primarios hacen que te fijes en todos los detalles, tu vista se agudiza y eso que lo diga una miope como yo tiene guasa, vigilas todos tus movimientos para no dar un paso en falso, y todo pasa como a cámara lenta.

Un pitido agudo indicaba que se había liberado el pestillo, empujé la puerta, subí los peldaños como si los hubiera subido toda la vida, la puerta del segundo rellano estaba entreabierta, y él de pie junto a ella. Recuerdo su sonrisa divertida, me invitó a entrar, su mochila estaba en el suelo tal como me la había imaginado, la sala era ideal, desordenada, llena de columnas de libros desperdigadas por los rincones, a falta de estanterías, lienzos recostados en la pared superpuestos, inacabados, preciosos. A través del balcón penetraba la luz de la tarde iluminando en ángulo la estancia, me preguntó si quería beber algo y yo le dije que sí, mientras me invitaba a sentarme en uno de los dos taburetes que habían, como único mobiliario para las honorables posaderas. Entró un momento en la cocina y salió enseguida, sacó un paquete de tabaco para liar de una caja de madera que tenía enfrente y me preguntó si yo fumaba, le dije que no, y me quedé mirando cómo sus dedos diestros enrollaban el papel en cuestión de segundos, lo encendió, dió una calada, achinando los ojos y mirándome sin reparo a través del humo. Me sentí victoriosa en mi segundo de gloria, porque fue eso justo lo que tardó en aparecer ella, proveniente de la cocina con una bandeja de té humeante con menta fresca y tres vasos con hielo.

Dicen que si despiertas a un sonámbulo de manera brusca puede pasar algo terrible, dicen que si invitas a un vampiro a tu casa, no se irá sin aferrarse a tu cuello primero, pero nadie dice lo que pasa cuando tu espejismo se desvanace a sólo un centímetro de tí, a sólo un minuto de llegar.

Me bebí el té de menta fresca con hielo y me despedí, recuerdo que la conversación fue fluída, pero ya no volví a coincidir con él en el tren expresamente, ni he vuelto a seguir a nadie desde entonces. Pero eso no quiere decir que haya dejado de experimentar espejismos, de hecho estoy viviendo uno desde el jueves pasado, y anoto cada evolución en mi agenda-calendario, porque ahora ya no me pongo en evidencia a la mínima de cambio, he aprendido a vomitar las mariposas y las tengo bajo observación en un tarro de la cocina, de esta manera controlando sus aleteos y de paso mis latidos a destiempo, barajo las posibilidades, pero sigo acercándome, a cámara lenta y noto en mi boca seca el sabor de la menta fresca.



Objetivos: Porque un espejismo es parte del engranaje de la esperanza, y aunque amenaza con desvanecer a escaso un centímetro de mí, saborearé ese segundo de gloria, como si de la misma eternidad se tratase. Etiqueta garabateada sobre una foto de Modain.It 2004
Tiempo robado si has leído hasta aquí: 3:49

|

jueves, marzo 23, 2006

8:34 p. m. - Para salir corriendo.

Foto: Cortesía de Katrin Schoof, "Reproduction", VOGUE.IT Nº648


Susana tenía delante a Clara, pero notaba que algo enturbiaba el semblante de su heroína del mes, más bien su heroína de toda la vida, a quien todo le fluía, la que sin pensárselo dos veces, se lo había vendido todo, y había enviado su trabajo de contrato indefinido a tomar viento, para marchar en un par de días con una ONG, a ver en directo cómo se montan las escuelas, cómo se realiza un pozo de agua, y cómo hacer de enfermera, sin ataduras de ningún tipo, contra el sistema. Les acaban de servir el té que habían pedido para ella de canela y para Clara el de frutas del bosque, es que hasta para eso era arriesgada, frutas del bosque... mmm, qué bien olía... – Clara, te veo agobiada, ¿un mal día?

- No sabes lo que me acaban de decir, es que es muy fuerte. – Le contesta Clara, mientras ve cómo se tiñe el agua en tonos rojizos con el pendular de la bolsita.

- Hombre pues no sé, pero no puede ser peor que charnegra. – Le dice Susana con su ironía habitual.

- Tú siempre igual, - sonríe Clara levantando la vista de su taza de té y cruzando las piernas -, ¡qué va!, resulta que hoy he ido a comer a casa de mis padres, porque en un par de días marcho y no sé cuánto tiempo esté fuera, total, que a mi padre no se le ocurre decirme otra cosa para que no me vaya, y motivarme de paso, que... es que no me lo creo, de verdad. – Aquí hace una pausa Clara, y se pasa ambas manos por la sien para acabar recogiéndose el pelo en un moño improvisado.

- Pero, ¿qué ha pasado?, ¿qué te han dicho?, - le inquiere Susana mientras acaricia la mano que Clara ha posado antes sobre la mesa.

- Que heredaré la hipoteca, que mi padre ya ha hablado con los del banco.




Objetivos: Compre y disfrute hoy, el futuro es de sus hijos.
Tiempo robado si has leído hasta aquí: 1:25

|

martes, marzo 21, 2006

6:26 p. m. - Entrenando.


Estuve entrenando mentalmente todo lo que le iba a decir, iba a ser tajante y directa, definitivamente no nos podía tratar como si fuéramos nosotros una de esas niñas a las que maltrata sicológicamente por trabajar con ella y paga como a becarias. Le recordaría, eso sí de una manera simpática, que no se muerde la mano de quien te da de comer, que yo, mejor dicho nosotros no éramos unos alumnos a quien regaña sin más por no hacer el pedido con más de 48 h. de antelación, le recordaría que tal como está el patio, a ver quién era el guapo que podía decir qué le pedía con tanta antelación, y lo resumiría todo en la palabra clientes, pero no cualquier tipo de clientes sino con antigüedad de cinco años, eso tendría que pesar, de hecho es más tiempo del que he trabajado para nadie.

Cogí el teléfono, pulse el botón de marcación rápida, es lo que tienen éstos trastos el impulso lo secundan con un solo botón, espero el tono, cuento uno, dos, y al tercero me lo coge una de las niñas.

- Somos la leche, dígame.

Hace tiempo que quiero decirles que esta moda de poner nombres cachondos porque nos dedicamos al sector del entretenimiento me trastoca, que ya estoy hartita de leer en mi contabilidad proveedores con el nombre de Sofas Experiences S.L., cuando apenas toco mi propio sofá, y de leer Amiguetes Entertainment, cuando cada vez tengo un amiguete de menos, pero en lugar de ello mi mente febril está pensando en gastarle una bromita fuera de tono a la niña, cosa que en el último momento queda en un simple, – hola buenas tardes, quisiera hablar con Alba.

- ¿Quién le digo que llama? – Responde la niña.

- Dile que llama Lisa, soy el cliente nº 636. – Contesto enfatizando la palabra cliente, que se note.

Me colocan la consabida música de espera, perteneciente sin lugar a dudas a un aparato de última generación vintage, y pienso así se hacen las pelas, rectifico mentalmente y me digo que ahora son euros, tengo que desterrar estos vestigios que me hacen un poco más carca cada día. La música sufre una interrupción brusca en su segunda repetición, - perdona Alba no está en este momento, ¿quieres dejar un mensaje?.

Hubiera vomitado literalmente en ese momento mil palabras por minuto, todas ellas para decirle a la niña adiestrada que sabía perfectamente que mentía, que seguro que Alba estaba a su lado, y que podía olerla. Pero dije, - Sí dile que le ha llamado Lisa y que soy el cliente nº 636, que estaré toda la tarde en la tienda, por si puede devolverme la llamada.

- ¿Alicia? – Pregunta la niña.

- No, no soy Alicia en el País de las Maravillas, soy LISA, ele, i, ese, a. – Aquí el tono ha dejado de ser amable totalmente.

- Vale. – Contesta la niña adiestrada.

- Adios y buenas tardes. – Procedo a colgar sin esperar apenas a que adiestrada lo haga a su vez.
Me entretengo con cualquier cosa, mientras espero que Alba se digne a llamarme, van entrando los clientes, que si Carmen se ha despedido de su trabajo porque su jefa una aficionada acérrima a la silicona, le ha dicho que verla le hacía recordar a Aída, pero no la del concurso de los grandes hermanos sino a la de Siete Vidas, y Carmen se ha callado, incluso le ha medio sonreído la gracia, y se ha aguantado de replicar que a ella cada vez que la ve le recuerda a la Ana Obregón, y no precisamente por lo de bióloga. Que si José está pendiente del último casting, que seguro que será el definitivo, pero mientras se ha metido en una empresa de estas modernas, que se adaptan a los cambios como nadie, un call center me ha dicho que se llama, donde después de un exhaustivo training de nada más y nada menos media hora, le han colocado unos auriculares estéreo, eso sí y un micro a juego, le han abierto las líneas telefónicas, y como si de gladiadores a la arena se tratase, lo mismito con leones y todo, porque hay que ver lo que ruge la gente cuando llama a atención al cliente. José está un poco aturdido porque en el training básicamente le han dicho que toque el botón rojo del panel, cuando la persona al otro lado de la línea mencione la palabra “baja”, cuantas menos veces pulse el botón, mejor serán sus incentivos. En eso ha entrado uno trajeado, “es usted la encargada de la tienda”, yo que cortésmente le contesto, “gracias pero no estamos interesados en comprar nada”, ingenuo me contesta, “¿cómo sabía que iba a venderle algo?”, a lo que le contesto con una sonrisa amplia donde las haya, “fácil, porque no ha dicho buenas tardes, y ha dado por sentado que yo no soy la encargada”, el trajeado sale con el entrecejo fruncido.

Suena el teléfono, lo descuelgo vivaz, y me sale un tono de fax, cuelgo. Y sigo viendo el desfile de mi gente cotidiana, de mi rutina diaria, con sus miserias, con sus alegrías. Vuelve a sonar el teléfono, al otro lado identifico claramente a Alba, su voz tiene un suave tono aterciopelado fingido, - hola Lisa, soy Alba.

- Hola Alba, buenas tardes, que me ha comentado Jorge que te ha sentado mal que hiciéramos el pedido con escasas veinticuatro horas de antelación. - Le contesto con el mismo tono aterciopelado.

- Tranquila, sabes qué pasa, que hoy he entrado antes a trabajar y las cosas no estaban como tenían que estar y me he puesto de mal humor, y encima cuando ha venido Jorge había otro cliente, que es súper pesado, pero para nada tiene que ver con vosotros, ya sabes que si se puede, se puede, sin ningún problema. ¿Y para eso me llamas?

Su tono jovial es exasperante, pero ella también conoce las reglas, y también sabe mentir, - pues sí, pero me alegro de que no sea nada, mira seguro que para la próxima semana te sorprendo.


Lisa sonríe abiertamente, y escucha como Alba hace lo propio al otro lado, y se despiden muy correctas ellas.




Objetivos: Lo cortés no quita lo valiente, de toda la vida. (Aclaración para los machos dominantes lectores: no, no teníamos la regla). Clicka sobre el gif animado para ver éste y una tonelada más.
Tiempo robado si has leído hasta aquí: 3:59

|

domingo, marzo 19, 2006

8:20 p. m. - De ascensores y olvidos.


Se pone el abrigo tres cuartos, en tono gris franela, se acomoda el sombrero de lana en tono rosa viejo, pasa por alto el color verde del pantalón porque tiene la raya bien marcada que es lo importante, se acomoda la bufanda, tantea el bolsillo y tropieza con el bulto de las llaves, abre la puerta y antes de cerrarla se oye así mismo decir, - voy a buscar el diario, vuelvo enseguida.

Aún de pie junto a la puerta tarda unos minutos en darse cuenta que ella ya no está para contestarle, quejumbroso refunfuña para sí, se dirige hacia el ascensor, pulsa insistentemente el botón con la flecha indicadora en rojo, y puede oír como el ascensor sube pero vuelve a bajar una y otra vez, se lo piensa pero se dispone a bajar desde su tercer piso, ya le iba a oír el portero, cómo podía estar dañado el ascensor a las ocho de la mañana. Cuando llega a la portería le falta tiempo para abordar al portero, al verlo reconoce al sustituto del portero. – Buenos días joven, que no se ha dado cuenta de que el ascensor no funciona, ¡hombre que son las ocho y hay gente que tiene que ir a trabajar!.

- Buenos días Don Manuel, pues estaba funcionando perfectamente bien hasta hace un momento, es más diría que he visto entrar hace un momento a la Sra. Puri, vamos a ver qué le pasa al ascensor. – Diciendo esto José el sustituto por vacaciones del portero, se dirige hacia el ascensor, seguido de Don Manuel pulsa el botón de la flecha roja, y en cuestión de minutos el ascensor sube desde el parking y se abre para sorpresa de ambos con la Sra. Puri dentro.

- Pero, ¿qué le ha pasado algo Sra. Puri? – Le pregunta enseguida José, con preocupación en el tono.

- Es que este trasto no va, yo aprieto el uno pero no me lleva a mi puerta, creo que se ha dañado. – Contesta convencida la Sra. Puri.

- Ve joven cómo lleva rato estropeado el ascensor, y encima con una persona dentro, debería avisar al técnico, ¿no?. – Comenta el Sr. Manuel, en tono insistente.

- A ver, primero vamos a comprobar que realmente le pase algo al panel de mandos, usted quédese fuera por si acaso, Sr. Manuel, - dicho esto José se sube junto con la Sra. Clara en el ascensor, y es entonces cuando la Sra. Puri pulsa el botón del menos uno, - ¿pero, qué hace pulsando el botón del parking, si usted vive en el primero?, - pregunta José, dándose cuenta de que la avería no era otra cosa que la Sra. Puri saliendo a la calle sin sus gafas.

- ¿Cómo que el parking?, yo pulso el uno, y me baja hasta aquí.

- Que no Sra. Puri, el suyo es el uno de más arriba, que si aprieta este otro que pone menos uno, - enfatizando el menos, - lo que hace es irse directito al parking, hacemos una cosa la próxima vez avíseme que ya le pulso yo el botón, ¿de acuerdo?

- Ay, gracias joven. – Le contesta agradecida la Sra. Puri, mientras se apea en el primer piso.

Cuando José vuelve a la planta baja, sigue ahí el Sr. Manuel. – Nada falsa alarma, Sr. Manuel, el ascensor va estupendamente.

- Lo celebro, entonces iré a buscar el diario. – Dicho esto, el Sr. Manuel se acomoda la bufanda y sale a paso lento a la calle, con los hombros caídos hacia delante, que es todo lo erguido que puede ir. Sólo tiene que caminar una manzana hasta encontrarse en la esquina, con el quiosco que durante los últimos quince años le guarda religiosamente el ABC y el Marca. De regreso a casa va ojeando los titulares, y una palabra llama su atención. Sólo entrar en la portería le comenta al portero, que en ese momento está clasificando el correo de la mañana. – Joven no encuentra que ahora ya no se utilizan correctamente las palabras, fíjese sino en esta palabra álgido.

José deja de lado un momento las cartas de correos, y se dispone a leer el titular donde se puede leer en letra grande y negrita, “El Estatut se encuentra en un momento álgido”. – Pues no sé, yo lo veo correcto. – Le contesta José.

- No ve que han utilizado mal el significado de la palabra, lo utilizan como si fuera algo que está en un punto alto, o candente, cuando su significado correcto es frío, que algo está estancado en todo caso. – Le dice categóricamente el Sr. Manuel.

- José se queda pensativo unos segundos y rápidamente le contesta, - no querrá decir usted gélido, Don Manuel.





Objetivos: Ver los días pasar, los años llegar, hasta descubrir que todo lo importante se olvida.
Tiempo robado si has leído hasta aquí: 2:45

|

jueves, marzo 16, 2006

9:18 p. m. - BROMA MACABRA

Aviso al lector advenedizo: estás a punto de leer la segunda parte de la primera parte que fue publicado en el post de ayer.


¡Qué clase de broma macabra era aquella!, no podía ser cierto, notaba mi propia presión arterial en la cuenca de mis ojos. Ante ellos se hallaba un sarcófago, pero no era un ataúd común y corriente, ¡NO!. Era un sarcófago de plata, cuyo brillo se intensificaba con la luz de la luna, otorgándole un brillo fulgurante en la oscuridad, casi cegador; seguí retrocediendo presa del pánico que la impresión me había causado; pero a quién se le había podido ocurrir enviarme algo así... alterada fuí al botiquín del baño, me lavé los dedos sangrantes, y me tomé un par de aspirinas, casi me ahogo bebiendo agua, tenía que serenarme, y tomar las cosas con calma. Regresé al pasillo, me armé de valor, del poco que me quedaba, y pude apreciar una serie de dibujos repujados, seguramente a mano, sobre la superficie del sarcófago, junto con unos mensajes escritos en una lengua que no era capaz de relacionar con algo conocido, pero que extrañamente me parecía familiar, incluso inteligible, como si hubiera estado esperando su reencuentro; me acerqué un poco más para acariciarlo con la punta de los dedos, manchándolo con gotas de mi sangre que calentaban su tacto frío y electrizante, volví a sentir que no estaba sola, pero lejos de parecerme monstruoso, me parecía hermoso, libido.


Levanté la tapa del sarcófago lentamente debido a su peso, y me quedé atónita ante la visión que se me presentaba, su interior estaba totalmente forrado de un terciopelo rojo sangre, oscuro pero lleno de vida, vida eterna, pensé; una almohadilla de seda blanca inmaculada, cuyo borde ostentaba un escrupuloso encaje del mismo blanco impoluto, aseguraba el descanso de la afortunada testa hasta la fulminante hora del juicio final. Daba la sensación de ser comfortable en su interior, incluso cálido. Me faltó tiempo para quedar sentada en su interior, una fuerza extraña pero dulce me atraía, era como ultrajar con mi persona, aquel cubículo de plata, cuyo interior rojo sangre contrastaba sobremanera, con mi camisón de sublimes transparencias blanquecinas. Me sentía embriagada en el éxtasis más profundo, había vencido mis instintos más primarios de salvaguarda y me encontraba jubilosa, disfrutando de un placer mortífero, pero fascinante; yo dominaba la situación, ahí tendida bajo el reflejo de la luna sobre la plata, aquel rojo intenso era vida que me invadía, cual ágil flujo de savia por todo mi ser, era simplemente sensual, sin darme cuenta me recliné totalmente, extasiada como estaba cerré los ojos y me dejé llevar por mis sentimientos fugaces y pérfidos; la luna era testigo furtivo de la enajenación de la que era objeto, donde aquella sensación de que no estaba sola se materializaba y se entregaba a mí en cuerpo y alma, bueno en alma seguro. Divagaba en los brazos de mi amante y me estremecía el pensar que mancillábamos aquel sarcófago de plata con nuestra entrega mística.

Abandonada como estaba, a un cúmulo de sensaciones sin igual, sentí una corriente de aire muy fuerte y fría, recuerdo haber visto a la luna como si sonriera burlona y de repente... ¡ZAS!, la tapa del sarcófago se había cerrado. Un grito ahogado y desgarrador escapó de mi garganta, mientras un sudor frío y viscoso recorría todo mi cuerpo, me encontraba atrapada como un ratón en su madriguera, mis uñas empezaron a rasgar salvajemente aquel terciopelo que ahora era más rojo e intenso que nunca, como si se alimentara de la sangre que brotaba de mis dedos, en un intento vago y mortal de abrir la pesada tapa. No había nada que hacer estaba cerrado herméticamente, poco a poco empecé a sentir que la sangre se agolpaba en mis venas, que mis pulmones se hinchaban como un sapo a punto de estallar, mi cuerpo se retorcía sin remedio, mi corazón saltaba golpeando mi caja toráxica enérgicamente, no me resignaba a mi inminente final. Era un cuadro realmente patético, ahí al borde de la paranoia, moribunda, víctima de un capricho de soberbia, cuando en un último haz de razón recuerdo que pronto será de día y que no deberían tardar en llegar Rosa y Vero. Ring, ring, riiing... era el teléfono, quería gritar pero no tenía fuerzas, y el cuerpo era como si no me perteneciera a mí, sino al maldito sarcófago de plata.

Aquello era de locos, no me podía estar pasando, mi respiración se hizo más pausada, aguantaba el aire en mis pulmones para así administrar mejor el poco oxígeno subsistente, me quedé inmóvil para no agotar mis energías. En algún momento perdí el conocimiento, cuando lo recobré, sufrí mi segunda gran impresión, ya no era yo, es decir, levitaba, una parte de mí oscilaba como libélula en el aire, mientras contemplaba mi cuerpo atrapado en el sarcófago de plata.



fin



Objetivos: El título original era Sarcófago de Plata. De haber sido escrito hoy sin lugar a dudas la prota hubiera recurrido a llamar por el móvil a sus amigas, se podría jugar con estar fuera de cobertura o sin batería, y definitivamente no saldría una carta de ajuste en la tele, saldría la teletienda. Creo que me ha pasado como con los pintores con sus cuadros, que siempre lo ven inacabado o incompleto, que cambiarían eso o aquello, el manuscrito ha quedado llenito de tachones, párrafo sí, párrafo no, casi que me dan ganas de guardarlo hasta San Juan y que las cenizas lo devuelvan a su orígen.
Tiempo robado si has leído hasta aquí: 3:59
Tiempo robado si te has leído las dos partes de golpe y porrazo: 7:04

|

miércoles, marzo 15, 2006

10:20 p. m. - EL PAQUETE


Buena luna a todos... Lo que vais a leer a continuación seguramente no lo creereis, los más sensatos lo olvidareis, sólo los temerosos de lo omnipotente se resguardarán y en ellos estará su salvación eterna.

Yo era joven y guapa, tenía toda la vida por delante, nunca hubiera imaginado, ni siquiera soñado en la más terrible de mis pesadillas, cuál sería mi destino final escrito con sangre en el tabernáculo de fuego.

Eran las siete de la tarde, llegaba exhausta de clases con ganas de tomar una ducha que me reanimase, antes de que llegaran Rosa y Vero, saqué las llaves del bolso y al abrir, la puerta rozó con un objeto. Me extrañé, ¿qué podía ser?; encendí la luz del pasillo y me quedé totalmente estupefacta, aquello era un paquete de dimensiones descomunales, más de metro y medio seguro, fuese lo que fuese debía de ser enorme, pensé. La caja de madera no tenía ninguna seña en particular, mi reacción inmediata fue fijarme en el destinatario. No, no había ningún error, en la etiqueta figuraba mi nombre completo, quien quiera que lo mandase me conocía lo suficiente... y a propósito, ¿quién podría enviarme tan inesperado presente?; lo que estaba claro es que yo no había comprado nada ni esperaba ningún encargo.

Fue inútil mi búsqueda, se habían preocupado perfectamente bien en que la única seña fuera mi nombre y dirección. Seguramente se habrían equivocado en correos, pensé, y alguien a estas alturas debía estar mortificándose esperando la llegada de tan minúsculo paquete, pero enseguida deseché esta idea, porque si el paquete estaba ahí era porque o bien Rosa o Vero, lo habían recibido y por el peso del mismo habían decidido dejarlo tal cual en el pasillo, ya que a juzgar por sus dimensiones, podía ser desde un mueble a una nevera, bueno una nevera no, porque sino lo hubieran dejado en vertical y no en horizontal, un piano tal vez... indudablemente debía ser algo muy caro y me divertía la idea de que alguien lo esperara, mientras yo tenía su contemplación al alcance de mi mano, de hecho era mío, ¿no?.

De momento lo único que sabía realmente, era que había un paquete enorme en mi pasillo, a mi nombre y que ignoraba completamente quién me lo enviaba y por qué; y lo más importante, ¿qué era aquello?... ¡Desgraciada de mí!.

Decidí olvidarme del asunto pues aquello sin lugar a dudas debía ser un error, a la mañana siguiente notificaría en correos la equivocación y asunto resuelto, regresaría a casa como si nada hubiese pasado y hasta allí habría llegado el caso del paquete misterioso. Acto seguido me duché, no tenía hambre, así que tomé una taza de leche caliente con una ramita de canela, debía estar muy cansada porque me dormí en el sofá mientras veía la tele. Fue el tic-tac del reloj lo que me debió despertar, la tele seguía encendida iluminando la estancia con la carta de ajuste en pantalla, me levanté del sofá y la apagué. Entonces todo se quedó a oscuras, sólo se escuchaba el sonido acompasado de los pasos del reloj, una luz grisácea se filtraba por la ventana, donde una brisa imperceptible agitaba sutilmente las cortinas, la luna reinaba imperante y blanquecina sobre el mortecino terciopelo negro que asemejaba el firmamento, empecé a sentir que no estaba sola... había algo o alguien que turbaba el ambiente y lo transformaba todo envolviéndome en un halo de ansiedad y agonía estremecedora; estaba inquieta y me dirigí sin pensarlo al pasillo, sí, sí, ¡SÍ!... seguía ahí impasible, como si supiera que al final mi voluntad se quebrantaría sin remedio, pues la curiosidad se había impuesto a todo posible razonamiento, y me atormentaba su presencia subyugante que me hacía presa de las más diversas sensaciones. Sin darme cuenta me ví intentando abrir desesperadamente aquel enorme cajón de madera, que sin lugar a dudas guardaba algo celosamente en su interior, pero no por mucho tiempo. Venga, venga, ¡veeenga!, finalmente la tapa cedió bajo la presión que ejercía, un crujido rompió el silencio reinante. Impaciente me apresuré a quitar la tapa, un montón de birutitas de plástico salieron disparadas, las fuí apartando con la mano, noté algo frío, cuando finalmente pude verlo, no daba crédito a mis ojos, pero qué... ¡Diooosss!, instintivamente me incorporé y retrocedí, sentí un calor en la punta de mis dedos, los froté y pude notar un líquido caliente, estaba sangrando se me habían clavado astillas de la caja de madera al abrirla.



to be continued...



Objetivos: Este es mi primer relato como tal, escrito cuando tenía unos dieciocho años, rebosante en adjetivos y adverbios, y como vestigio de mi admiración a Poe y Lovercraft en dicha época. Estuvo a punto de publicarse en una revista bajo el seudónimo de Piel Canela, promovida por la entonces Back Line Coordinadora y Squalo Productions, corría el año '93, pero dependíamos del dinero del ayuntamiento y no llegaron a aprobar nuestra maqueta de revista. Hoy me he topado con la maqueta de la revista y con el manuscrito, y como ando pelín vaga, me he dicho a mí, mismamente, ¡a vivir de renta se ha dicho!. ¿El final?, mañana...
Tiempo robado si has leído hasta aquí: 3:45

|

viernes, marzo 10, 2006

5:45 p. m. - Dosha

Foto por Nan Goldin, "Untitled", Russian Baths, NYC 1985.

Hace años convertí un recorte de revista en un punto para mi agenda de hojas rosas, no porque los colores o las fotos me gustasen, sino por el mensaje atípico para una publicidad, hoy me he topado con él y al leerlo he pensado que era muy blog, y luego he recapacitado que tanto los blogs como la publicidad han ido muy de la mano en los últimos años, de hecho los blogs en gran medida son utilizados por grandes corporaciones e individuales como un reclamo más, para aproximarse a su público objetivo, en eso no descubro la sopa de ajo. Pero bueno quería compartir con vosotros el mensaje del punto de agenda:

"Río, lloro. Me pongo un poco histérica. Me tranquilizo. Olvido todo lo que he pasado. Recuerdo todo lo que ha pasado y vuelvo sobre ello una y otra vez. Me examino ante el espejo. Me gusto a mí misma ante el espejo. Pienso en romper el espejo. Me quito la ropa y bailo. Me quito la ropa y la tiro al suelo. Dejo todo desordenado, para que otro lo ordene. Me doy cuenta de que soy yo quien siempre acaba ordenando. Canto genial. Canto fatal. Como todo lo que no debería comer. Flexiono mis músculos y me gustan. Dejo de flexionarlos y valoro mis cicatrices. Imagino cómo sería si fuera rubia. Imagino cómo sería si fuera pelirroja. Imagino cómo sería si fuera vieja. Me pongo maquillaje que no llevaría nunca en público. Me pongo ropa que no llevaría nunca en público. Miro mis pechos. Imagino mis pechos más grandes, más pequeños, más redondos, más arriba, más abajo, mejores, peores. Acepto mis pechos tal como son. Me escondo. Replico a la gente y les gano. Invento fantasías en las que yo soy la estrella. Me estiro la cara y me imagino sin arrugas. Pienso en la cirugía plástica. Descarto la cirugía plástica, la descarto por algo más barato. Me riño, me perdono. Ensayo lo que diré mañana. Subo el volumén de la radio para no oír nada. Subo la presión de agua para no oír la radio. Me pierdo. Me imagino en una isla desierta. Me imagino en una isla desierta con otras personas muy atractivas. Rezo. Busco mis imperfecciones. Acepto estas imperfecciones y busco otras. Hago muecas ante el espejo. Miro cómo soy flirteando, haciendo morros, enfadada, sorprendida, escandalizada, ilusionada, apasionada. Me quito el anillo de boda. Me contemplo desnuda. Me contemplo y me gusta lo que veo."


Este mensaje era toda la publicidad de los cosméticos Dosha, que por cierto nunca he utilizado, pero al buscar en google me he topado con ésto, es lo que tiene el aburrimiento que con plena conciencia de tus actos te ves haciendo este tipo de tests, los resultados óptimos y genéricos que apuntan, como subidón de moral son del todo recomendables, mis 5 puntos Khapa no han hecho más que respaldar a mi signo zodiacal que también es de tierra, sigo leyendo, "constitución fuerte, buen apetito, sueño profundo... que puede degenerar en pereza y pasividad", con el sobrepeso hemos topado, si es que hay que ser un crack para llegar a la conclusión de que casi el 80% de los mortales de vivimos en el primer mundo tenemos algún que otro kilo de más y no tenemos precisamente problemas con la comida. Mis dos puntos Vata me han despistado, "se asocia a personas de constitución delgada... visionario nato... en sus mejores momentos son ingeniosos y ocurrentes, y pueden conseguir lo que se propongan", pasando por alto el hecho de que si sigo esto al pie de la letra soy una persona más bien corpulenta con mentalidad de delgada, (¡qué pasa que vosotros no teneis cosas en el armario que hace más de tres años que no os poneis!, no es que no me queden, la moda es cíclica y estoy esperando a que se vuelva a llevar... @#¬&%), lo de visionario nato, ingeniosa y ocurrente, ahí sí que me han pillado. Y mi punto Pitta, es que lo he visto clarísimo sólo leerlo, "disfruta llevando el mando".



Objetivos: Si os apetece me comentais vuestro dosha, y sino como le comentaba a Schere el otro día, pasaros a la baba de caracol, que todo lo cura. Diooos lo que me hubiera reído en el cole si esto lo llegan a inventar antes, es que me ha cambiado totalmente el concepto de baboso, ahora puedo decir, no me seas celltone... que me meooo.
Tiempo robado si has leído hasta aquí: 3:10

|

martes, marzo 07, 2006

7:57 p. m. - Esperando que me seduzcan.


- Y ahí estaba yo esperando que me seduzcan, que me sonrían, que me mimen con la mirada, que nos tomemos un par de cervezas y que digamos, ¡vamos a divertirinos, a pasarlo bien!.

- ¿Y no fue así?

- ¡Qué va!, mira que más adelante me cuente sus problemas, vale, porque incluso querré saberlos y estaré ahí para apoyarle al cien por cien, y lo que haga falta, pero que en la primera cita me cuente lo quemado que está del trabajo, lo puta que llegó a ser la ex-novia, pues menos ponerme a tono lo que quieras. Y luego que si su madre es una hipocondríaca de cuidado, con su collarín como mi mejor amigo, hoy me molesta, pues mañana más, que a ti te duele algo a ella le duele el doble, que tu tienes no se qué... pues ella tiene dos.

- Pues vaya, con lo que nos habíamos reído en su día de los que nos ponían intelectualmente, ¡dónde están esos feos interesantes!, que con sólo hablar conseguían que se abrieran todas tus compuertas... es bonita esta canción, ¿no?, yo diría que cantan en portugués. - Dice klept0, mientras escuchan sentadas en el suelo, al trío de cuerdas acompañados de un vocalista a capela.

- Sí que suenan bien, y fíjate qué monos ellos, el violinista parece sacado de una peli del Burton, y el contrabajo con esas rastas rubias... - Le dice incondicional mientras cambia de postura las piernas.

- Me encanta esta mezcla de bosanova y jazzfusion, y su voz tan melancólica, ¿crees que hablará igual que canta? - Pregunta ensimismada klept0.

Se hace un silencio reflexivo entre ellas, se miran cómplices, estallan de risa, y ambas se contestan al unísono. - ¡NAAAAAAAAAAAAAAAA!




Objetivos: Conversación ficticia inspirada mientras escuchaba al grupo HACIA, DE IR. Bajo el primer arco a la izquierda tras la Catedral.
Tiempo robado si has leído hasta aquí: 1:07

|

© 2005-13