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kleptØ

Todo lo que no es nuestro, prometemos haberlo robado. 

viernes, marzo 30, 2007

11:55 a. m. - Bla, Blá, Blas, Black.


Foto: Nyap estudiando botánica aplicada tomada por maf, 2004.



- Pues yo a veces me siento como si el mío me estuviera poniendo a prueba constantemente. – Le comenta ella.

- ¿Y eso? – Pregunta él distraído mientras le hace una caricia al cachorro que lleva atado y que no para quieto ni un momento.

- Es como si supiera cómo conseguir sus premios, cómo exigir cuando quiere ir a pasear, cuándo quiere jugar, no sé... ya verás cuando crezca un poquito más el tuyo. – Le asegura ella.

- ¡Es que son muy listos, los jodidos!, y el que tengo ahora mira que es pequeño pero ya se identifica con su nombre, menos cuando le llama mi abuela que es un caso. – Dice él, mientras con la mano hace fuerza en la grupa del animal en vano para intentar que se siente.

- ¡Ay pobre!, ¿cómo le llama tu abuela? – Pregunta ella en tono divertido.

- Mira que le expliqué que se llamaba Black, como es negro, pues eso. Yo tenía que salir con mi padre y se lo dejamos porque como tiene terraza, y eso que le da al Black por menearle los tiestos y ella como es andaluza empieza a gritar: “¡Bla, deja eso!, ¡vente pa’ dentro, BLA!”

Ella no para de reírse imaginando la escena. Mientras él continúa diciendo:

- Pero ahí no acaba la cosa, resulta que el vecino se llama Blas y como sabe que mi abuela vive sola, al oír los gritos y lo que le pareció su nombre, salió preocupado a la terraza a preguntarle si le pasaba algo, y ella que le dice: “¡qué va vecino, el perro que me está destrozando los geranios!”. Aquí se queda el hombre despistado y le comenta: “es que como me ha parecido oír que me llamaba por el nombre, Blas”. Y va mi abuela en su tono andaluz y le dice: “¡qué vaaa!, mire usté, es que resulta que el perro de mi nieto se llama Bla y usté se llama Blá que es totalmente diferente, ¿me entiende usté?”

Todavía riendo y costándole mucho articular palabra, ella le dice:

- No me lo puedo creer, es que me la imagino y todo diciéndolo y a todo esto la cara de cromo de su vecino.

- Ya te digo. – Le dice él, mientras le hace un gesto al perro para que salte que el animal interpreta como es hora de estirar la cuerda al máximo y hacer ver que me ahogo, que quiero seguir paseando. – Que todavía no nos vamos Black, ¡sit, sit!

- Míralo que tiene ganas de seguir dando vueltas, es tan mono así pequeño, ya verás cuando empiece a hacerte caso como todavía disfrutarás más con él. – Le dice ella con nostalgia en sus palabras.

- Sí eso estará bien, pero no lo tengo sólo por eso... ¿tú sabes lo que se liga con un perro? – Le pregunta él como intentando pillarla en un descuido.

- ¿Cuántos años me has dicho que tienes? – Le pregunta ella pretendiendo no entenderle.

- Doce, casi trece en septiembre. – Contesta él con seguridad y aplomo.




Objetivos: Aunque te parezca ver a un nene inofensivo paseando a su perro, no bajes la guardia, que no sabes cómo ha cambiado el cuento.
Tiempo (paseado) si has leído hasta aquí: 2:22

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jueves, marzo 29, 2007

6:00 p. m. - Anuncio por palabras.

LESBOFEMINISTA FELIZ BUSCA:


CHICA PARA COMPARTIR PISO


Piso en zona Sants, 200 € la habitación más gastos (suministros+internet).




Objetivos: El anuncio es serio y real, si estás interesada deja tu e-mail en los comentarios se te responderá a la mayor brevedad. Abstenerse todos aquellos que ven en el anuncio una fantasía del Playboy.
P.D.: Apa Mercè ja hem passat la veu.
Tiempo robado si has leído hasta aquí: 0:15

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domingo, marzo 25, 2007

3:35 p. m. - Enjoy it!

Logo: Modificado por servidora, estás autorizado a pegarlo en todo lo que tenga cola.



Cuando llevas casi todo un siglo haciendo de una marca un icono, nunca piensas que eso se puede volver en tu contra, si a un publicista de la Coca-Cola le hubieran dicho allá por los años treinta que el identificar la marca de la bebida refrescante con el sueño americano, con la familia perfecta, con las Navidades perfectas, con la juventud del botellón sano, se tomaría como bandera del capitalismo salvaje y de una ideología invasora, no hubiera dado crédito, de hecho los publicistas que tienen contratados hoy en día, no saben qué hacer con el berenjenal que se les ha echado encima. Y es que la globalización contraataca con las mismas armas, si hasta ahora no has oído hablar de la Qibla-Cola, y de su competidora por el mercado musulmán la Mecca-Cola, la próxima vez que te bajes al paki de la esquina podrás incluso probar una.

Pero cuidado, el acto inocente de beberte una cola será a partir de ahora una reivindicación ideológica: Qibla=Pakistán, Mecca=Palestina, Coca=USA. Con todo lo que ello supone, contribuir a una u otra causa, peliagudo. Si estás pensando que bueno estamos en lo mismo de siempre el mundo occidental contra el musulmán, sería un poco simplista porque de hecho hace poco se hizo público que Evo Morales para dignificar la hoja de coca que es patrimonio cultural en Bolivia, quiere retirar la palabra Coca de la marca. Así que a lo mejor estamos asistiendo al nacimiento de las bebidas icono a la carta: Latin-Cola, Refugee-Cola, etc....

Desde aquí recomendamos que ya puestos, en este mundo en el que vivimos del yo primero y yo después, qué mejor que tener tu propia cola, no encontrarás una manera mejor de promocionarte, venderte, darte a conocer, y la polémica está asegurada. Con ese objetivo no he querido ser menos y me he currado mi propio cola logo, estás autorizado a bajártelo y pegarlo en todo lo que tenga cola, ejem... mi ideología es simple: pro vivienda justa y accesible, pro revisión salarial, contra la esclavitud laboral, legalización de la prostitución, legalización de las drogas, agua para todos, no a la guerra, contra la xenofobia.

Si prefieres hacerlo a lo grande ya hay empresas que se dedican a personalizarte todo lo que quieras, olvídate de los bolis cutres, T-Shirts o recordatorios para acumular polvo en las estanterías. Mientras te decides no dejes de ver el documental Mensaje en una botella, y el clásico de Billy Wilder, Un, Dos, Tres.





Objetivos: Enjoy it! Que esto va a traer mucha cola...
Tiempo (en burbujas) si has leído hasta aquí: 1:29

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jueves, marzo 22, 2007

5:30 p. m. - Orlando.

Foto: Realizada con el carnet vintage y original de la época, ¡qué potito!...



Sólo leer el nombre, mi corazón dió un salto, me gustaría decir que de alegría pero más bien de ego recuperado así en un segundo. Normalmente el dedo índice se le dispara a uno automáticamente para clickar y abrir los correos nuevos, para borrar los publicitarios o recordatorios innecesarios. Pero ésta vez me quedé ahí, saboreando la victoria en el tiempo de su nombre en mi bandeja de entrada, hace años hubiera deseado e imaginado otras bandejas de entrada, pero ese es otro tema.

Urracá fue el nombre del indio caudillo bravío, que bautizó ese Verano Feliz nuestra agrupación dentro del campamento, como grupo dábamos pena, no ganamos ninguna medalla, no éramos buenos al tenis, no éramos buenos ni en aerobics. Pero nada de todo eso fue importante, al menos no tanto como lo fue mi primera cita al cine por la tarde con él, a la que en el último momento no fui sola, me hice acompañar de Q, aún lo recuerdo "por favor, por favor, te debo una...", una cosa es ser adolescente y otra muy distinta es adolecer de estupidez prematura, así fue como desaproveché mi primera cita, pero el verano siguió y yo siempre recordé su nombre y a él, por supuesto. Luego vino alguna que otra invitación a fiestas de compromisos adolescentes, de graduación, de fin de curso, fiestas corales de las que sólo quedan las fotos para el recuerdo. Creo que fue hace unos cinco años, cuando trabajando en el aeropuerto, me lo topé de cara, así de bruces, no pude ver mi reflejo en un espejo, pero no hacía falta, me sabía portadora de esa sonrisa estúpida en la cara, y se me escapó un simple: "¡Orlando!".

Si hay algo peor que quedarse con una sonrisa estúpida y sin más palabra que articular es que te destrocen un mito, y así fue como en breves minutos nos pusimos al día con esas típicas frases de “cómo te ha ido a ti” y “cómo me ha ido a mi”, mientras le acompañaba a la puerta de embarque, y él feliz y realizado me comentó que había venido de vacaciones a Barcelona y que ahora vivía en Nueva York, donde había podido aceptar su verdadera orientación sexual; vamos, que me dijo que era gay. Tampoco en ese momento me pude ver reflejada en ningún sitio, la sonrisa no sé pero la cara de estúpida, seguro...

Una palabra, un olor, desencadenan toda una asociación de ideas, que evocan eso tan pernicioso que decidiste olvidar, como si de un interruptor se tratase, activando de repente todo ese magma de sentimientos y situaciones encontradas que desterraste un día. Es por ello que todavía, meses después tengo su e-mail, con su nombre: Orlando. Producto seguramente de un sitio de ésos que cogen todas tus direcciones de los contactos y mandan a diestro y siniestro una invitación para un sitio virtual de encuentro del todo prescindible.




Objetivos: Ahora que caigo también por esa misma asociación de ideas leí en su día y antes de mi encuentro fortuito el libro homónimo de Virginia Woolf, y como siempre digo, es curioso que los nombres al final vayan asociados más de lo que uno a priori se imagina, la ironía de la metamorfosis en el nombre. Enigüey, mis fotos siempre me evocarán a mi Orlando.
Tiempo robado si has leído hasta aquí: 3:33

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martes, marzo 20, 2007

5:30 p. m. - Él, otros, nosotros.

Foto: Coney Island desde el metro por Erica Jackson.




Hay gente que se droga, bebe, folla... y no se preocupa por dar ni golpe laboralmente hablando... otros escribimos por no tener dinero para el psiquiatra... los de antes tienen la suerte de encontrar inspiración en todo lo anterior y encima escribir, corregir en voz alta y filosofar en privado.

Él sin embargo, aprendió a escribir para despistar a su locura producto de haber sufrido un abandono tempranero y una adopción forzosa por parte de su abuela, lo hizo solo, como cuando tuvo que aprender a defenderse con una lata de la calle, y descubrir que estrellarla contra una frente produce una hemorragia masiva más escandalosa que profunda, después de salir corriendo de la parte trasera del almacén tras comprender que estaban jugando a conquistar otro tipo de traseras; solo, como cuando se declaró a su primera novia como lo había visto hacer en las películas en la parte más alta de Coney Island Park; solo y herido, hasta que fue recogido por la estudiante de medicina, quien le curará sus heridas por fuera y le calmará su sed por dentro.






Objetivos: Para que no se me olvide.
Tiempo robado si has leído hasta aquí: 0:59

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jueves, marzo 15, 2007

1:30 p. m. - Mordiendo la luna.

Foto: Montaje a partir de dos fotos digitales del eclipse de luna realizadas por servidora.


Es el primer fin de semana de mes, salen a la terraza aprovechando que en la tele echan anuncios, hace una noche cálida para ser invierno y mientras toman un sorbo de vino barato contemplan el espectáculo de ver mordida a la luna como si fuera una galleta María, la luz de la terraza va cambiando a medida que faltan más trocitos de luna, entonces él comenta distraído:

- Por eso películas como
ésta que dan hoy son poco creíbles.

Ella le interrumpe:

- Es que con unos efectos como esos, no cuela.

Él aparentemente contrariado, dice:

- Ya no sólo por eso, que dentro de su línea ya está bien, no se le puede pedir más, pero... ¿en qué estaban pensando los guionistas? Es decir, si conoces un segundo planeta con una atmósfera parecida a la de la tierra, ¿por qué lo utilizas únicamente como un basurero gigante?, no tiene sentido.

Ella ha dejado de observar al arco blanco que queda de la luna, para mirarle a él de forma divertida, dando un largo sorbo de su copa, y entonces se apodera de él una expresión cansina como resultado de saber de antemano la respuesta:

- ¡Calla!, si lo estamos haciendo en éste y nosotros estamos dentro.


Ella estalla en una carcajada que se apacigua a medida que la oscuridad se apodera de la terraza y desaparecen las sombras.



Objetivos: ¿Realmente son restos de agua lo que buscamos en Marte?
Tiempo robado si has leído hasta aquí: Menos de lo que dura un
eclipse de luna.

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domingo, marzo 11, 2007

11:23 p. m. - Sobre libros.


Foto: No es de ella, pero se la pasó Eduardo.



¿Cómo los escoges?
Mi mirada recorre los estantes de las tiendas especializadas para detenerse justo cuando la imagen y el título me dicen algo, me atrae visualmente el diseño, por creativo, por simple, luego hago eso que exaspera a los escritores de pro y es que abro el libro y lo despliego como si sus páginas fueran cartas de una baraja en las diestras manos de un ilusionista callejero, y dejo que las palabras se amontonen como números en una máquina de Jackpot, las pestañas parpadean al encontrar la palabra golosa, leo un par de líneas (¡nunca las del final!), vuelvo a cerrar el libro, leo el resumen que suele aparecer en la contraportada y la minibio que suelen imprimir en las solapillas interiores que recubren la portada, me fijo en la foto y me gusta analizar la postura, el entorno, los complementos que visten al autor para hacerme una idea del tipo de persona que refleja, para descubrir que no tiene por qué ser igual o complementaria con la que nos hacemos cuando les oímos hablar en una entrevista sobre sí mismos y sus obras.


¿Dónde lees?
Últimamente, en los trayectos de metro.


¿Cómo los colocas?
Tengo muy poco espacio dedicado a mis libros, y menos tiempo para ordenarlos, dispongo de una serie de estanterías que recubren un par de paredes desde el suelo hasta el techo, y la única regla que rige su colocación es la temática y el tamaño del libro, así pues están dispuestos por contenido y luego colocados por tamaño, caben o no caben, cuando no caben los acuesto y los apilo sin mayor miramientos, sobretodo esto último lo suelo hacer sobre las mesitas de la sala, del dormitorio cuando realmente tengo la intención de leerlos con el fin de tropezarme con ellos, porque no todos los libros que tengo en casa los he leído o los leídos, albergan intención alguna de seducirme por segunda vez, pero ocupan su sitio por el simple placer de la posesión actual, por consulta futura, porque me divierte leer el título y esbozar una sonrisa con el recuerdo de sus letras. Tengo que decir que a diferencia de otras de mis pertenencias suelo desprenderme de ellos con facilidad, los regalo, o realizo donaciones cada equis tiempo, con lo que no me apremia el espacio físico que ocupan.


Ahora que he contestado a lo que no me has preguntado, estimado Zórpilo, te diré quiénes me han seducido y por qué, me temo ser nada original y del mogollón:


EDGAR ALLAN POE: La máscara de la muerte roja, El escarabajo de oro, El pozo y el péndulo, fueron de las primeras obras que leí sobre él. Nadie como él para desgarrarte con la realidad inventada y la crueldad humana, porque aunque muchos lo nieguen se disfruta con el dolor ajeno y con el provocado. Me encantaba leer sus libros en el balcón donde colocaba una mecedora de piel curtida y madera oscurecida a la que le faltaban los brazos que apenas cabía de lado, y a la que me gustaba dejar en peligroso equilibrio cuando mis once impresionables inviernos quedaban embebidos en la locura del abismo, todo ello al son de los pajarillos traviesos siempre vigilantes desde el altivo palo de mango al otro lado del patio.

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ: Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada y Hojarasca, han sido tres de sus obras que más me han encandilado de su realismo mágico, como a la mitad del planeta, porque sólo así se pueden denunciar alto y clarito las injusticias de tantos Macondos por ahí desperdigados... el primero que leí de sus libros llenó mis calurosas tardes de verano cuando apenas contaba unos trece inviernos.

WILLIAM GIBSON: Neuromante, Conde Cero. Dos obras geniales donde el padre del prefijo ciber, nos adentra en la matrix, en las drogas de diseño y sus variantes en forma de parches hexagonales, en un mundo donde lo virtual y lo simulado devora al real. Ahora parece de lo más chirriante pero yo los leí en el ’93 antes de ser una aficionada aventajada del google y de la brillante interpretación de Keanu Reeve en la archiconocida trilogía, así que no fue fácil hacerlo, pero tremendamente apasionante, casi veinte años después de que él los escribiera.


Por temática:


ARTES DECORATIVAS: Me pierden literalmente los libros sobre decoración, manualidades y las miniaturas a escala 1:12, desde cómo decorar una habitación, un loft, un baño; a cómo fabricar bisutería, muñecas de trapo, ositos, bordado, patchwork, y un largo etcétera de futuros proyectos.


Por sensaciones:


Para desear dibujar: El libro de los seres imaginarios por Jorge Luis Borges, una guía estupenda que sirve para recordar y motivar el encuentro literario con todo tipo de criaturas fantásticas, donde se puede conocer a un Grifo de toda la vida y saber diferenciarlo feacientemente del objeto del mismo nombre que reina en los fregaderos.

Para añorar: Narraciones Panameñas recopiladas por Berta María Cabezas, tantas mañanas en clases de literatura dispersas pero cubiertas de tradiciones y creencias populares, porque bueno es culantro pero no tanto.

Para descubrir: A la Latinoamérica Fantástica en la selección de Augusto Uribe, aquí leí por primera vez y mucho antes de que los publicistas se hicieran eco de ello, que las vacas vuelan.





Pero no me hagas mucho caso Zórpilo, mi memoria me traiciona a voluntad y puede que por omisión directa no te confiese ni mucho menos aquellos libros que me subyugaron y atesoro aunque sea por un par de certeras líneas, entenderás que así sea porque con los libros igual que con cualquier otro objeto que uno escoge por afinidad la identificación personal es... un juego de niños por evidente.




Objetivos: Este post es el producto de un meme, si alguien de los que me lee quiere por activa participar que no deje de hacérmelo saber, quede pues su continuidad a vuestro libre albedrío.
Tiempo robado si has leído hasta aquí: El reloj de arena ha girado más veces que un trompo, así que hoy queda el tiempo también a vuestra disposición.

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viernes, marzo 02, 2007

8:45 p. m. - Naufragios de una vida.




Mis ojos se pasean sobre los objetos, sin prisa y cuando atisban algo entre lo apilado de cualquier manera, mis manos ágiles como las de un cirujano, apartan con cuidado los muebles necróticos, para llegar al núcleo de los pequeños enseres, esos que alimentan los minutos eternos de las horas absolutas, esas que reinan al final de una vida.


No temo a mi alergia, porque en momentos así remite de manera no menos extraña por notoria, remuevo las cajas hechas con la prisa de la desgana, donde la vajilla Vereco se confunde con la Duralex, donde una tetera de acero inoxidable da paso al fondo a una bolsa de tela para guardar el pan, en su interior un cofre pequeño de mimbre guarda celosamente encaje de ganchillo, teñido de un color vainilla por el paso del tiempo y que es mucho más irregular que el que se tiñe en té para aparentarlo de manera uniforme. Entonces mis ojos se relamen al parpadear, si ello es posible, un brillo los ilumina mientras mis dedos acarician las puntadas, y lo rescato, igual que rescaté al gallo que habita en mi sala, de cresta naranja y turquesa, o al atardecer entre pescadores en vivos colores teja y ocre que me invita a nadar en el pasillo y aquí en ésta maleta que asegura estar hecha en Francia y que no aparenta haber sido utilizada para viaje más largo que ese, he metido a los elefantes en hilo de oro que creo se llevarán bien con el gallo.


Examino el resto de los pequeños enseres y puedo asegurar sin miedo al equívoco y sin haber tenido el gusto de conocerla, que en horas absolutas por ser las últimas, fue una persona hacendosa, hogareña y temerosa de Dios, que en cada puntada de labor expiaba pecados pasados, que era de esas señoras que visten en colores neutros, cremas, marrones, grises y negros, y cuya soledad penúltima la alejó de los que pudieran valorar éstos sus pequeños enseres, que ahora yo atesoro como propios. Para los muebles necróticos tengo a mano el teléfono de un mercenario de esto que algunos suelen llamar con aire distinguido y no sin hacer un debido mohín con los labios, anticuario.




Objetivos: Nadie escapa a la soledad penúltima de las horas absolutas.
Tiempo (naufragado) si has leído hasta aquí: Toda una vida.

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© 2005-13