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kleptØ

Todo lo que no es nuestro, prometemos haberlo robado. 

domingo, junio 30, 2013

10:10 p. m. - My Entire History. Black Mirror S01E03.

Este fue con diferencia el capítulo que menos me gustó de la primera temporada de Black Mirror. ¿Lo recuerdas? Miento. No es que no me gustara exactamente, más bien, me hacía sentir incómoda. El hecho de que pudieras revivir una y otra vez el pasado, analizarlo, dejar que otros lo analizaran por ti, y lo pusieran a debate. Y lo que me incomodó más todavía era el hecho de poder incluso "vivir la experiencia de otro", accediendo a su grano (implante de memoria). Un poco en la línea de la película Strange Days, ya del todo vintage en la metodología que proponía para acceder a lo mismo, a la mente y los recuerdos de alguien y poder revivirlos.

Sin darme cuenta, y en la fase en la que estoy de aceptación del dolor, mi dolor en concreto. Te he pedido lo mismo, acceso directo a los archivos de los últimos días. Te has negado. Igual que la prota femenina del capítulo 3 de la tempora 1 de Black Mirror: The Entire History of You. Y eso debería bastarme para entender que no sólo la culpabilidad te ha alejado, sino que existen unos hechos que sólo intuyo, adivino, pero que existen.

Si alguien me lo preguntara, diría sin problemos, que digo, gritaría: ¡NO SOY MASOCA! Pero no es cierto, ahora mismo, me torturaría viendo tus últimos momentos con ella. Para intentar entender dónde, en qué momento, empezaste a borrarme a mí...

Pongo música para evadirme... Pero no es cierto. Esta en concreto la pongo a toda HOSTIA, y que ningún vecino me diga nada, porque estoy a la que salto. Pobres. Hace días que creo que me miran con pena, o tal vez sea yo, que paso sigilosa por la escalera, evitándoles. Subo el volumen:

"...You can get addicted to a certain kind of sadness,
[Kimbra:]
Now and then I think of all the times you screwed me over
But had me believing it was always something that I'd done
But I don't wanna live that way
Reading into every word you say

 [Gotye:]
But you didn't have to cut me off
Make out like it never happened and that we were nothing
And I don't even need your love
But you treat me like a stranger and that feels so rough
No you didn't have to stoop so low
...
Now you're just somebody that I used to know"



Objetivos: Ahora eres justo eso, alguien a quien solía conocer...  El cuerpo del dolor en el que te has convertido (leer a partir de la página 29:  Disolver el cuerpo del dolor. Un pdf de autoayuda de la clásica, que me han dicho que me irá bien.), no te reconozco. Y no voy a permitir que ese ente del dolor que eres ahora, siga haciéndome daño. Tengo preparado un pequeño ritual sanador para esta noche: un poco de agua de rosas, un poco de sal de mar, un poco de mí, nada de ti... Soplaré la vela y pediré un deseo: nada de flashbacks, ni flashforwards... Sólo el presente y yo.

Tiempo robado si has leído hasta aquí: Creo que difieren según el grano de memoria que utilicemos, si el tuyo o el mío... ¡Qué más da! Ahora ya no tiene importancia.

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viernes, junio 28, 2013

11:07 p. m. - Book Hangover*


Foto: Hecha por servidora en junio del año pasado, en una exposición de libro de artista. Tengo el nombre del artista: Marc Boada i Ferrer, y el título de su libro-objeto es: Bibliofila. Era un libro espectacular.


Siempre me pasaba cuando leía un libro que me gustaba mucho, que al ir acercándome al final, no quería acabarlo. Me había encariñado con los personajes y no quería dejar de "leerlos". De saber de ellos. Pero qué pasa cuando leyendo un libro y creyendo ir por la mitad más o menos... ¡Zas!, aparecen las letras: fin. Así sin más. Sin explicaciones. Sin post-datas. Sin extras de dvd. Sin enlaces que consultar. Ni foros. Nada. Pues es sencillo, te coge un book hangover * de tres pares de narices. En ese estado de melancolía permanente vivo desde hace cinco semanas. Releyendo las últimas páginas de nuestros 21 capítulos juntos, buscando indicios del final. Nada.

Y es que en menos de un año he tenido dos pérdidas emocionales inmensas. Yo que he sido coleccionista, me pregunto si en algún momento me propuse coleccionar tragedias. Si es así desde aquí digo, a quien haga menester, que no es mi intención seguir con este coleccionable y que me doy de baja de toda suscripción que haya podido hacer, consciente o inconscientemente. 

Me dicen los que bien me quieren, que a partir de ahora sólo pueden venir cosas buenas. También me dicen que esto que me pasa es lo más parecido a un duelo, que tengo que superar y que me llevará "mi tiempo". Cuando les miro con el ceño fruncido, simplemente no se atreven a estimar de cuánto tiempo estamos hablando. Y yo, a pesar de tener que gestionarlo como "mío" ese tiempo de recuperación, tampoco se adivinarlo. Como en todo duelo, tampoco nadie sabe qué decirme, y lo más cómico es que yo tampoco se decirles qué ha pasado, porque simplemente me encontré las letras: fin. Que parecen ser de un explicativo aplastante.



Objetivos: Hoy es 28, hubo un tiempo no muy lejano en el que era importante esta fecha y no otra en el calendario. Pero si hay algo que me carcome por dentro, más aún que mi estado de book hangover y que hoy sea 28, es saber a ciencia cierta, que TU estás teniendo sesiones de deep bro talk, con cualquier pusilánime que se te ponga por delante, menos conmigo que compartí contigo esos 21 capítulos y medio. Me dicen los que bien me quieren que no hay nada que entender, que si una persona te trata así no merece la pena. Mientras tanto sigo atrapada en esta sensación de book hangover, game over, overwhelmed...

 

Playlist según los momentos del día y las etapas del hangover, sus letras se expresan mucho mejor de lo que yo soy capaz de escribir:

Si la melancolía esta en un punto álgido: escucho a Sergio o a Katy.

Si la ira me invade, escucho a Raydibaum.

Si el optimismo se apodera de mí, Justin me recuerda: "I'm alive, I can fly... Bigger, better... What doesn't kill you make you stronger". Los Madcon, le siguen: "One life... Let your dreams fly".


Tiempo perdido si has leído hasta aquí: 5 semanas...

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lunes, junio 24, 2013

1:18 p. m. - Sales de lágrimas para el "soldado 42".

Últimamente me paso los días limpiando las gafas. Resulta que cuando lloras con las gafas puestas, tus pestañas hacen el efecto de un parabrisas inverso al entrar en contacto con el cristal. Si están secas no pasa nada, pero mojadas... Es otra cosa. En el momento tampoco molesta mucho, se nubla la vista unos segundos, exactamente igual que si no llevaras las gafas puestas. Pero las gotas residuales que quedan en el interior del cristal, al secarse dejan unos topitos opacos. Son las sales de las lágrimas. Como si fueran una muestra de laboratorio en un porta objetos improvisado, listas para ser observadas en un microscopio. Me retiro las gafas, y como consecuencia directa de mi miopía, me acerco el cristal a topos opacos a unos centímetros de mi nariz. Enfoco. Y puedo distinguir que los topitos en cuestión, son irregulares y que su perímetro está bien definido, tanto es así, que en mi primer intento por limpiar los cristales con los bajos de  la camiseta, ya descubrí que no iba a ser fácil deshacerme de los topitos, y menos de su perímetro irregular. Desde entonces me acompañan en mi rutina diaria por casa, el limpiacristales y el papel de cocina.

Como tengo que ir pendiente de dónde los he dejado la última vez, me encuentro dando vueltas por casa, por los mismos sitios una y otra vez, como si tuviera memoria de pez. ¡Ojalá la tuviera!... En mi periplo, revolviendo la mesa, mirando bajo la cama, en la cocina, en el baño. He tropezado con un libro que habías llevado de viaje las dos veces que estuvimos en Menorca. Lo sé, no porque lo recuerde, sino porque al hojearlo ha caído al suelo lo que habías utilizado como punto de libro: el resguardo del billete de avión a Menorca con fecha 15/09/06. Recuerdo que el año pasado al volver a Menorca, también cogiste el libro contigo.

El libro ha quedado abierto en la página 196, es una edición barata de bolsillo, de páginas algo amarillentas, desprende un olor parecido al de las antiguas guías de teléfono, su tacto es áspero, como ásperas me resultan sus letras:

También era el caso del "soldado 42", quien recuerda que:

"En cuanto pudimos ver el mar pensamos que todo estaba bien. Al ver los barcos en el puerto me sentí como un hombre nuevo. ¿De qué está hecho el hombre para poder resistir todo lo que pasamos? ¿Cómo es capaz de afrontar tan inexplicable fortuna? Estas y otras reflexiones se agolparon entonces en mi mente mientras contemplaba el gran mar salado. Habíamos luchado para alcanzarlo y ahora su erizada superficie despertaba nuestro regocijo. Estando en el colegio había leído que los hombres de Aníbal, avanzaron movidos por la idea de dejar el mar tras de sí, pues pensaban que al retornar a él perecerían en forma inevitable. Pues bien, nosotros avanzábamos movidos por la impresión de que si lográbamos darle alcance nuestra salvación estaba asegurada...".

La Marcha de la Muerte. La retirada a La Coruña de Sir John Moore, 1808-1809. 

Por: Christopher Summerville.



Objetivos: ¿Por qué te esforzabas en hacerme creer que todo estaba bien mientras mirábamos al mar? Haciendo planes. Disfrutando de los océanos que habíamos navegado juntos y diciendo siempre en voz alta: "¡Somos afortunados!" Observando el mar que nos rodea, descubro que vivíamos en un estado contínuo de calma chicha, y al no ver indicios de oleaje ni de tormenta, has decidido provocarlos tú mismo. En un acto meramente egoísta y nada justificado. ¿Tal vez has dejado de ser un soldado raso y el creerte un general te ha dado un ímpetu insospechado, incluso para ti? ¿Si hubieras seguido siendo el "soldado 42", también hubieras provocado una tormenta?



 Foto: Hecha por servidora a la superluna que hemos tenido en Barcelona la víspera de la noche de San Juan.




Ahora estoy sola contemplando el mar desde la terraza, desde donde habíamos hecho mil planes, realizado mil manualidades, mil de todo. Distingo un topo enorme justo en el medio de la visión, me quito las gafas. Están limpias. Levanto nuevamente los ojos hacia el horizonte. Reinando sobre el mar se encuentra la superluna de San Juan sobre un cielo de postal ochentera, adivino el tono rosa por debajo del vainilla, anunciando el crepúsculo inminente. Y a vosotros los incrédulos puedo aseguraros que la superluna me ha susurrado al oído que todo estará bien, que siga intentando alcanzar el mar que en él está mi salvación asegurada.

Tiempo limpiando topos opacos si has leído hasta aquí: Hoy hace exactamente un mes y un día.

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sábado, junio 22, 2013

9:18 a. m. - Ich joggen nie.*


Foto: Hecha por servidora desde el interior de un autobus, de repente caí en la cuenta de que la pegatina que indica la ventana de salida, en caso de accidente, se parece mucho a tí. Está condenada a correr, eternamente.


No suelo correr, a veces ni para coger el metro, valoro siempre la urgencia de hacerlo. Cosas del bioritmo, el mío siempre ha sido más bien lento, pausado. La gente observadora y que le gusta trascender un poco más, me suele decir que es porque mi carácter es más bien reflexivo. Reflexivo, impulsivo, emotivo... Vamos a verlo como si esto fuera una sección de horóscopos:


Impulsivo: Un impulsivo a secas no es emotivo, es insensible y carece de carácter reflexivo. No piensa en las consecuencias de su impulsividad.

Reflexivo: El reflexivo a secas lo piensa todo demasiado, por lo que casi nunca se expresa.

Emotivo: Los emotivos son impulsivos cuando un tema le llega, y reflexivos ante las consecuencias de su impulsividad.
 

Identificada plenamente en mi rol reflexivo ante el problema más grande que uno puede afrontar: "El fin del mundo conocido". Me sorprendió el hecho de que tu, ante el mismo problema, simplemente salieras corriendo. Pero debo decir que me sorprendió aún más, que ya tuvieras una lista de las cosas a llevarte/rescatar de la hecatombe.

Sí. Siempre me dijiste que si el mundo se acababa, digamos hoy, yo no sobreviviría porque no sabría qué meter en la mochila para salir corriendo. Recuerdo que bromeabas con que me gustaban mucho series como Walking Dead o películas clásicas de los '80 como Miracle Mile, pero que a la hora de la hora, tendría serios problemas al decidir incluso qué bolsa me iría mejor: ¿la gris informal que te la puedes cruzar por encima del pecho, la mochila, una con ruedas?... Sí, es cierto. No sabría hacerlo. Ahora que pienso, recuerdo que te daba mucha rabia que siempre llegara a los sitios, en el momento justo, a pesar de lo que tu llamabas, "mi lentitud". ¡Qué caprichosos son los bioritmos!

Sigo observando cómo te empeñas en acelerar mientras corres, me parece ver a lo lejos que tropiezas, te tambaleas... ¿Es sangre eso que veo?... Sigues corriendo, sin mirar atrás. Esa siempre fue una de tus parábolas favoritas: "no mires atrás, que quienes lo hacen se convierten en estatuas de sal".

La primera frase que me salió del alma cuando estudiaba alemán hace cuatro años y que dije con convicción y una pronunciación envidiable, es la que da título a este post, Ich joggen nie*: Yo no corro nunca. Ni para coger el metro.



Objetivos: Hace ya unos años, un compañero de trabajo, menudo, de los que olvidas su nombre, me dijo: "en esta vida no sobreviven los fuertes, sino los que se adaptan". Y aquí estoy con mis reflexiones de medio pelo, adaptándome y sin correr. Porque estoy segura de que sobreviviré.

Tiempo invertido si has leído hasta aquí: El tiempo que haga falta, para adaptarme a ese mundo que me espera por conocer.

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domingo, junio 09, 2013

10:47 p. m. - Aloha!






Foto: Smile. Producida y realizada por servidora. Hoy mismo a eso de la media tarde.




- ¿Te explico un chiste? 

Sin levantar la vista de mis patatas deluxe mientras unto una en esa salsa blanca que te ponen, que aún no sé qué tiene de mayonesa y qué de salsa tártara, sonrío. Lo que él parece entender como un rotundo: "sí quiero escuchar ese chiste".

 - Si vives en Hawaii y el banco ejecuta tu hipoteca para desahuciarte entonces, ¿te des-Aloha?

Una mueca zurca mi cara, ya sabía que el chiste sería malo, son su especialidad. Él sigue al ataque:

- Te has quedado más fría que el culo de un zombie... 

No me lo creo, lo malo que es el chiste. No tengo ganas de comer más patatas, me cuesta comer horrores últimamente. Él sabe que estoy baja de pilas y sigue atacando:

- ¿Lo pillas? Un zombíe está muerto, así que el culo está helado. 

Si hay algo peor que un chiste malo, es que te lo expliquen... Recuerdo que la mejor defensa es el ataque, así que se me ocurre preguntarle:

- ¿Has visto Zombieland? Woody Harrelson se tira toda la peli buscando el último Twinkie, un pastelito parecido a los que hace aquí Bimbo, rellenos de crema. Por cierto, hace mil años que no me como un Pantera Rosa...

- No soy muy de zombies. - Me replica, sonriendo y mostrando todos sus dientes, a la vez que ladea la cabeza divertido. Me gusta esa sonrisa. Me trae recuerdos de cuando éramos más inocentes. Más tiernos. Más bimbo. - Es que los zombies son muy de tirar la mano y esconder la piedra. ¿Lo pillas? - Meciendo los dedos pulgar e índice en el aire, en un vaivén, sigue diciendo, - ¡que las manos las van perdiendo!

Aquí estalla en una carcajada que se me contagia por tonta y absurda. Tal y como debe ser una buena carcajada.



Objetivos: Sonreír, sonreír, sonreír...
Tiempo robado si has leído hasta aquí: Un fast-food, un fast-domingo.

Soundtrack recomendado: Sustituír "I'm lonely boy" por "I'm a lonely girl", pero sin dejar de sonreír. ñ_ñ 


Emoji"but I came to love you any way...  
So you pulled my heart out and I don't mind bleedin'  
and the whole time you keep me waiting, waiting, waiting"Emoji

¿Quieres más?  ^_~



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viernes, junio 07, 2013

11:28 p. m. - Premios kleptØ: "Yo no debía estar ahí..."

El Preámbulo.

Siempre te dicen que la vida hay que vivirla como si fuera a acabarse, porque es corta. Puedo deciros que lo que somos es "cortos de vista", y no hago alusión directa a mi miopía hereditaria. No. Tan cortos que no llegamos a ver el fin. Y cuando este nos atropella, ya es demasiado tarde. La vida sigue y tu, sólo puedes seguir viviendo. Pero ahora sí, plenamente consciente de que todo se acaba. Dos únicas decisiones te quedan por tomar: 

1.- Te cerrarás a todo nuevo comienzo para que un nuevo fin no te llegue nunca... Visualicemos juntos un caracol, tal vez un erizo.
2.- O te aferrarás con uñas y dientes a vivir, a sentir, a volver a perder... Visualicemos una mesa de póker e imaginemos la adrenalina del último momento antes de poner boca arriba las cartas. Tan sólo levantando la esquina izquierda para adivinar la carta y controlar el júbilo que te sobreviene.

Esto que relato, se publica como favorito en la categoría de los Premios kleptØ : Ya me pongo la vaselina yo.



El Encuentro.


Un viaje en metro en una ciudad como Barcelona es la cosa más utilitaria y casi siempre aburrida por monótona. Siempre el mismo trayecto, a la misma hora, las mismas personas, con las mismas caras de no divertimento que tu, la misma madre con sus dos hijos, el mismo abuelo arrambador de culos jóvenes, el mismo pedigüeño disfrazado de músico. Siempre lo mismo.

Pero nadie te advierte que un simple cambio de línea de metro para hacer un transbordo, a la misma hora de siempre, supone un gran cambio en los hilos de tu destino. Por eso y a falta del tiempo por venir que todo lo cura y todo lo pone en perspectiva, todavía no se si fue mi ángel de la guarda o el diablillo travieso de turno quien me colocó en el andén de esa línea de metro, que no es la habitual. A la hora de siempre.

¿Cuántas probabilidades hay de encontrarte con alguien que conoce perfectamente tu rutina y que no espera verte ahí? ¿En una ciudad como Barcelona? Y... ¿Cuántas probabilidades hay de que te coloques aleatoriamente en el andén y cuando el metro entre y se pare... la puerta se abra como si fuera el telón de un teatro sólo para tus ojos? Ahí en tus narices.

Así fue. Como en las peores películas de bajo presupuesto. Esas que siempre critico por poco originales y sin recursos. Justo como la archifamosa frase: "La realidad siempre supera a la ficción". 

La puerta se abrió y ahí estabas tu. Mi alegría inicial se desvaneció cuando entendí que no venías a buscarme "en plan sorpresa". Venías de comer con ella y no esperabas que yo estuviera ahí. Ella reaccionó rápido, mujer al fin y al cabo. La mentira salió de sus labios en forma de excusa. Quise creerle y le seguí la corriente. Pero tu semblante era serio y frío. Sin mirarme y sin levantar la mirada del suelo me ordenaste: "Vete a casa que voy al centro". Obedecí y me bajé. Una presión en el pecho se me instaló enseguida. Es una sensación que incluso hoy 15 días después, todavía noto a momentos. Tuve la sensación certera que no sólo me bajaba del metro, sino de tu vida.

 Foto: Por servidora, estación de Fabra i Puig. Tomada un domingo de los que estuviste con ella.


El Después.



La negación ante lo evidente es automática, llevo 15 días intentando razonar en vano y en solitario, el por qué de todo. ¿Por qué has reaccionado como lo has hecho? Huyendo de todo y de mi. No tienes nada que decirme, dices. Estás vacío. Vacío. Te miro y no te reconozco. Es como ver el mismo envase de zumo de naranja rellenado con zumo de pomelo. A simple vista tiene el mismo color, pero no el mismo contenido. ¿Cuándo te convertiste en un pomelo?

La casa, mi casa... También parece la misma pero igual que el protagonista de Café de noche (por cierto, la tuvimos en futurama), Sean, me pregunto inútilmente: "Do you still live here? Check the pillow, check the towell, check the soap..." Debo confesar que aparte de la almohada que todavía huele a ti, tuve que lavar la toalla y esconder tu champú. Pero la crisis la tuve con tu cepillo de dientes, no podía seguir ahí. Mirándome cada mañana. Tuve que tirarlo. Lo siento tuve que hacerlo.


 
La Revelación.

 
Tuvieron que pasar 9 días desde nuestro encuentro en el metro, para que pudieras hablarme y quisieras escucharme. Comentarme parte de tu nueva realidad. Esa en la que ya no soy importante, ni siquiera figuro. Compartes conmigo tus fantasmas y demonios emocionales acumulados, como toda justificación. Me los echas encima y me presionan. Justo aquí en el pecho. Te recuerdo que por eso escribo. Hace tiempo que yo me liberé de los míos, pero eso tampoco lo entendiste. Ni entonces. Ni ahora. Tus sentimientos de culpabilidad y vergüenza, no estoy segura de si en este orden. Te superan y sobrepasan. Y es lo único que te importa. Eso, y jugar al monopoly con nuestras cosas. 

Que yo haya tenido una crisis contemplando tu cepillo de dientes, que me haya entretenido tirando la comida de la nevera, viendo como anochece un día más, mientras sufría insomnio e hidrataba en exceso mis pupilas y mejillas con mis lágrimas, es irrelevante. Soy igual que esta casa, algo etiquetado como "pasado". Y así estoy atrapada en un presente que en realidad es un pasado y las fuerzas me flaquean para conjugar en futuro.

Descubro que me has utilizado como moneda de cambio emocional para interpretar el rol de hijo pródigo. Se te está dando mejor que nunca. En la boca siento un sabor amargo, debe ser el pomelo. ¿Cuántas sorpresas más me deparas? Comunicación, sinceridad, confianza, decías... Esfuerzos siempre conjuntos, predicabas... Tengo que darte la razón son palabras ahora vacías, sin sentido. Las repito en voz alta y suenan huecas. Ya no tienen eco.


Yo no debía estar ahí, a esa hora, en esa línea de metro. Y como toda revelación, tiene un precio. Muy alto: back to square one. El monopoly es lo que tiene.





Objetivos: Porque y como dice un muy buen conocido mío, desde hace días, meses y algún año: "Estamos condenados a vivir".
Tiempo perdido (¿invertido?) si has leído hasta aquí: Déjame consultar la agenda... El pasado día 28 de junio hizo para ser exactos... Sí correcto, tiempo estimado: 21 años, 6 meses y algún minuto.

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