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Todo lo que no es nuestro, prometemos haberlo robado. 

sábado, junio 22, 2013

9:18 a. m. - Ich joggen nie.*


Foto: Hecha por servidora desde el interior de un autobus, de repente caí en la cuenta de que la pegatina que indica la ventana de salida, en caso de accidente, se parece mucho a tí. Está condenada a correr, eternamente.


No suelo correr, a veces ni para coger el metro, valoro siempre la urgencia de hacerlo. Cosas del bioritmo, el mío siempre ha sido más bien lento, pausado. La gente observadora y que le gusta trascender un poco más, me suele decir que es porque mi carácter es más bien reflexivo. Reflexivo, impulsivo, emotivo... Vamos a verlo como si esto fuera una sección de horóscopos:


Impulsivo: Un impulsivo a secas no es emotivo, es insensible y carece de carácter reflexivo. No piensa en las consecuencias de su impulsividad.

Reflexivo: El reflexivo a secas lo piensa todo demasiado, por lo que casi nunca se expresa.

Emotivo: Los emotivos son impulsivos cuando un tema le llega, y reflexivos ante las consecuencias de su impulsividad.
 

Identificada plenamente en mi rol reflexivo ante el problema más grande que uno puede afrontar: "El fin del mundo conocido". Me sorprendió el hecho de que tu, ante el mismo problema, simplemente salieras corriendo. Pero debo decir que me sorprendió aún más, que ya tuvieras una lista de las cosas a llevarte/rescatar de la hecatombe.

Sí. Siempre me dijiste que si el mundo se acababa, digamos hoy, yo no sobreviviría porque no sabría qué meter en la mochila para salir corriendo. Recuerdo que bromeabas con que me gustaban mucho series como Walking Dead o películas clásicas de los '80 como Miracle Mile, pero que a la hora de la hora, tendría serios problemas al decidir incluso qué bolsa me iría mejor: ¿la gris informal que te la puedes cruzar por encima del pecho, la mochila, una con ruedas?... Sí, es cierto. No sabría hacerlo. Ahora que pienso, recuerdo que te daba mucha rabia que siempre llegara a los sitios, en el momento justo, a pesar de lo que tu llamabas, "mi lentitud". ¡Qué caprichosos son los bioritmos!

Sigo observando cómo te empeñas en acelerar mientras corres, me parece ver a lo lejos que tropiezas, te tambaleas... ¿Es sangre eso que veo?... Sigues corriendo, sin mirar atrás. Esa siempre fue una de tus parábolas favoritas: "no mires atrás, que quienes lo hacen se convierten en estatuas de sal".

La primera frase que me salió del alma cuando estudiaba alemán hace cuatro años y que dije con convicción y una pronunciación envidiable, es la que da título a este post, Ich joggen nie*: Yo no corro nunca. Ni para coger el metro.



Objetivos: Hace ya unos años, un compañero de trabajo, menudo, de los que olvidas su nombre, me dijo: "en esta vida no sobreviven los fuertes, sino los que se adaptan". Y aquí estoy con mis reflexiones de medio pelo, adaptándome y sin correr. Porque estoy segura de que sobreviviré.

Tiempo invertido si has leído hasta aquí: El tiempo que haga falta, para adaptarme a ese mundo que me espera por conocer.


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