Foto: De la galería fotos.org, es curioso como cada vez menos nos identificamos con éstos modelos de figuras humanas y cada vez más con los modelos siliconados que pueblan los medios de comunicación actuales. Desde aquí os animamos a un revival del clasicismo en la figura humana, por realista. Cómo te lo diría… estoy en una etapa algo barroca, pero no por extensión de mal gusto, sino más bien entendida como una integración de varios proyectos personales y profesionales, donde mi gusto por el movimiento constante y mi aparatoso concepto del tiempo se equilibran para dar paso a retablos monumentales en los que intento en vano plasmar el influjo de las personas que me rodean, intentando captar la luminosidad de sus obras en grandes relieves enfáticos y expresivos, de gran imaginería decorativa. Su riqueza ornamental nutre de fastuosos dorados y policromías el marco de mi escena cotidiana, sin negarle por ello, un extraordinario realismo hacia un renovado lenguaje, más dinámico y expresivo, más abierto a entender las asimetrías de la vida.
A veces esta ansia de movimiento me hace caer en un renacimiento, que no cesa en su búsqueda de mis clásicos eternos, esos con los que siempre tropiezo y que no dejo de sumar a nuevas aventuras y etapas del saber humano, ese que no ocupa lugar pero si disco duro en vivencias y errores, siempre pendiente de que las matemáticas aplicables a las relaciones humanas sean lo más simples posibles, jugando siempre con números enteros y a poder ser con resultados aunque escasos, positivos. Momento en el que espero cobrar fuerza en el redescubrimiento de mi persona como individuo y de su papel en el mundo que me rodea, siendo consciente de mi realidad tras liberarme de mis preocupaciones un tanto medievales en pos de una modernidad, a veces, sobrevalorada pero necesaria. Rupturas conceptuales frente a un latente espíritu clásico, y es que siempre nos cuesta descartar aquello que hasta ayer fue credo.
Objetivos: Tenía 70 € el viernes en mi monedero y ahora tengo exactamente 1.95€, hablando en matemáticas simples. Muchas polaroids vertidas, para llenar mis policromías, una cita para desayunar en domingo de mi medievo, y mucha cera roja para modelar mi latente espíritu clásico.
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Foto: Obtenida de la galería de fotos de portalaxarquia.com
No se me dan bien los trabajos en grupo. Disimulo bastante mal que me motiva trabajar en equipo, pero me declaro practicante en todo momento ya que en los tiempos que corren la individualidad está bien como elemento diferencial pero no como elemento accesorio laboral, a menos, que vaya vinculado a un carácter resolutivo e iniciativa, que igualmente son más que discutibles.
Bueno a lo que íbamos, que no se me da bien. Pero todavía se me da peor disimular lo evidente, eso de hacer ver como si tal cosa. Tal vez debería recordar que soy de esas que ven los documentales de la fauna salvaje antes que la tele basura, es decir, un 30% de las veces. Y que por ende, creo fervientemente en que conservamos nuestro instinto animal muy activo a la hora de relacionarnos con los demás seres humanos, da igual si quieres una relación estable, una aventura de horas, días o compañía en el descanso del café junto a las máquinas en ese rincón detestable pero necesario del trabajo, por cierto alguien se ha fijado en que la cromoterapia brilla por su ausencia en estos rincones haciendo que recargar las pilas con el café sea un chiste de mal gusto... y no lo digo por el café. Como decía, donde los entendidos en la materia hablan de química, los amantes de las ciencias alternativas alquimia, yo prefiero la explicación biológica: feromonas.
¡Ah, las feromonas!, ese maravilloso mundo de olores, esa mezcla de códigos y reacciones químicas que todos usamos en algún momento, con la edad descubres que hay otros olores que emanan de tu cuerpo que causan justo el efecto contrario a la feromona, es decir, que en lugar de atraer, repelen directamente. Para visualizar olfativamente esto que os comento, tenemos el clásico pedo con aroma a huevo, azufre para los entendidos, putrefacción o reencarnación (depende del grado de positivismo) para los alternativos. También tenemos la sudoración que puede tener ambos efectos el atrayente como producto de una sudoración salina bajo los rayos del sol en la playa (que mezclado con el olor a coco de una crema solar, no te digo cómo me pone...), o el efecto repelente fácil de conseguir pasando del desodorante, poniéndote la misma camiseta varias veces sin pasar por la lavadora, y por supuesto obviando la ducha matinal como primer gesto de buenos días, esto dará un buqué con un toque rancio de fondo sólo detectable después de la primera oleada intensa dispersada con un simple aleteo axilar.
Y es que con los olores se me cambia la cara, vamos que me cuesta disimular un poco más, si encima se me junta con tener que trabajar en equipo con una persona cuyas feromonas me repelen digamos que por el efecto clásico de reencarnación con silenciador, es decir, estás junto a otras dos personas y de repente notas el olor que invade el espacio vital que os separa, eso sí con un toque dulzón previamente filtrado por prenda de algodón 100% lavable a máquina, tú sabes que no has sido tú, casi que estás segura que es el del medio, y piensas que si lo estás notando tú, los otros dos, incluído el reencarnado, ¡también!, pero ahí estáis todos haciendo ver que os mola trabajar en equipo y que por supuesto ignoráis vuestro sentido olfativo, pero de una manera ecuánime os separáis en el acto en cuanto el equipo ya no es necesario.
Llega la hora del café, en ese sitio falto de toda noción de feng-shui, donde nadie practicaría el yoga y donde cualquier acto de meditación orientada en principio a la relajación puede llevar de manera certera a la psicopatología degenerativa, y entonces entra otra vez en tu mismo espacio vital el reencarnado, te saluda amablemente, se sienta en las nada anatómicas sillas que pueblan el sitio en cuestión y contemplas horrorizada la gran revelación, cómo en lugar de beber un brebaje maquinero como haces tú y el resto de la plantilla, saca de una bolsa de plástico varias piezas de fruta y con la boca medio llena con la primera mordida frutal te dice, en tono optimista eso sí, que necesita perder unos kilos, mientras estás calculando cuánto tardará en hacerle efecto la descomposición interna, usando para ello la calculadora del móvil si fuera menester, abres más los ojos al comprobar que para alivianar el paso de su bulo alimenticio está tragando una especie de batido aderezado con germen de trigo y levadura de cerveza, cosa que ahora sabes porque te lo acaba de explicar respondiendo así a tu mirada inquisitiva, agregando que alguien le ha dicho que limpia el cuerpo por dentro que es una maravilla.
Sí, trabajar en equipo se me da mal, pero todavía se me da peor comentar algo con tacto, y conseguir unos efectos óptimos, una empieza a ser consciente de ello a la hora de comentar nada, y del esfuerzo que conlleva trabajar en equipo ignorando el mensaje repelente de las feromonas del reencarnado, así mientras remueves el azúcar del fondo de tu vaso de plástico y después de barajar varias posibilidades, piensas que la táctica indirecta es la mejor, te decides y le sueltas:
- ¿Has pensando en dejar de comer fruta?
Objetivos: Seguir trabajando en equipo y alejarme en mi vida personal de los orthoréxicos.
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El hecho de que para tí no tenga importancia, no quiere decir que no la tenga para los demás.
Objetivos: Empezamos el último trimestre del año ese que comprende los 3 últimos meses con extensión bre, ese que huele a Navidad, a reencuentros familiares cada vez menos apetecibles, junto con sus respectivos resúmenes a ese familiar en regimen de visita anual en escasos dos minutos mientras te pasa la botella de vino y que suele ir acompañado de un: ¡ah!, por toda respuesta y ojos escrutinadores; a objetivos inalcanzados, a metas postergadas, a la añoranza de otros tiempos que siempre fueron best.bre, a pesar nuestro. Y aún así insistes en marcarte nuevos retos, porque este período puede ser "ese" que estás esperando aunque todavía no sabes cómo llamarlo (*).
Tiempo robado si has leído hasta aquí: Poco y menos.