Carme y Jaume* estaban realmente preocupados por el comportamiento de su mascota, ya no sabían que más podían hacer para mejorarlo. Habían leído todos los libros que había en la biblioteca sobre cómo premiar y motivar las conductas deseadas. Habían aguantado estoicamente los comentarios de amigos que sin tener un triste periquito que alimentar eran auténticos eruditos en la materia, aparte de devoradores tenaces de documentales de sobremesa y programas veterinarios cuyo visionado garantizaban de por sí, auténticas tesis en comportamiento animal en general.
Carme no se lo había confesado a Jaume pero, estaba a punto de tirar la toalla, el animalito les había causado más tensión en los últimos días que alivio, y ella necesitaba, anhelaba ese alivio, llenar el hueco abrupto que había suscitado la muerte repentina de Sergi, aprovechaba los momentos en los que Jaume marchaba a jugar a la petanca o al ajedrez al casal, y ella ventilaba en un momento los asuntos más importantes del día, organizar las comidas, las lavadoras, y descifrar por dónde se había quedado en el esquema de su labor de punto de cruz, esto último con diferencia le resultaba de lo más difícil, sus ojos otrora ágiles ahora se habían vuelto cansinos, le llevaba una eternidad encontrar como si de un plano cartesiano se tratase el punto de todos los males, el punto donde se había quedado estancada la labor y lo que era aún peor, decidir por dónde continuar para que la trasera de la labor fuera de un horizontal impecable, hasta el sillón que Jaume le había regalado contento de haber podido aprovechar la oferta del Conforama, especialmente para ella con reposapiés incluido y al cual ella como bautizo ceremonial le había bordado en el cabezal y en los apoyabrazos sendas rosas a punto de cruz en azul nº115 y blanco marfil nº 027, le resultaba terriblemente incómodo.
Se levanta del sillón y sus pasos autómatas le llevan hasta el pasillo que tiene colmado de sus trabajos a punto de cruz, la cocinita perfecta, el baño perfecto, el cuarto de costura perfecto, la vajilla perfecta, una señora con vestido victoriano que representa un invierno perfecto, el abecedario de rigor originalmente orquestado con plantas medicinales, y al fondo la habitación de Sergi, el pantalón del pijama tal y como lo dejó la última vez hecho una bola sobre la almohada, post-its caducados pegados en el marco del monitor, y sus fotos de escalada por toda la habitación, sus ojos tropiezan como si fuera la primera vez que los viera con la pila de CD’s de música que en libre albedrío acampan delante de los altavoces, y se ve poniendo el primero de ellos que coge al azar, segundos más tarde los altavoces resucitan con la voz del Canto del Loco, “A contracorriente...”, una sonrisa amarga ilumina su cara, entonces nota una cierta paz que le devuelve a su sillón y a su punto en el plano cartesiano.
Jaume entra en casa contento más temprano de lo normal, y no tarda en darle la gran noticia.
- Esta tarde vendrá el psicólogo de animales que me recomendaron la semana pasada en el casal, ya verás cariño arreglaremos los problemas con Penjat**. ¡Otra vez esta música!
- Esperemos que sirva de algo, ¿a qué hora se pasará?
- Pues no creo que tarde mucho, me han llamado al móvil de su clínica para confirmarme que se pasaría por casa sobre las cinco y media, y son menos cuarto. ¿Dónde está Penjat?
- En su sitio favorito arriba de las cortinas, con el calor que hace debe notar la corriente de aire, pobrecito mío. – Y dirigiéndose a la mascota en su cúspide metálica le dice en tono ñoño. - ¡Ay mi Peni que nota el calor!
A las cinco y treinta y cinco suena el interfono, Jaume acude para abrir al psicólogo, quien en cuestión de un par de minutos sube hasta la vivienda.
- Buenas tardes, ¿dónde tenemos el perro de la casa?
- En la sala, lleva días que sólo se baja de la barra de las cortinas para comer solamente, pensamos que debe ser por el calor.
Carme sigue en su sillón con la labor de punto de cruz en el regazo, el psicólogo no puede evitar sentirse un poco incómodo, y enseguida empieza con las preguntas rutinarias para conocer mejor los hábitos de los dueños y así entender mejor los vicios de la mascota.
- Buenas tardes señora, si no le importa le iré haciendo unas preguntas para ver el por qué del comportamiento de su mascota.
- Venga cariño deja las labores un momento, que entre todos hemos de ver cómo conseguimos que Penjat nos haga un poquito más de caso.
- Es que si quieres que te diga la verdad Jaume, no me molesta que le de por encaramarse a las cosas en cierta forma hasta me gusta, me recuerda más a Sergi. – Replica ella.
- Bueno primero que todo me veo obligado a preguntarles cómo consiguieron a Penjat. – Interviene el psicólogo.
- Fue un regalo de Sergi, nos lo trajo de su último viaje, de India. – Contesta ella presurosa.
- Entiendo, también me gustaría hablar con él, para ver qué tipos de permisos le dieron para sacar al animal de ahí y entrarlo aquí.
- Me temo que eso no será posible... Sergi murió en un accidente de coche hace un par de meses. – Aclara Jaume.
- Comprendo, lamento la pérdida. – Comenta el psicólogo.
- Sabe lo que más cuesta es aceptar que haya sido en algo tan absurdo como en un accidente de coche, un conductor borracho iba en sentido contrario y claro, llevaba tantos años haciéndome a la idea de que la escalada lo podía matar, que no nos esperábamos algo así, le encantaba hacer fotos. ¿Quiere verlas?, son preciosas. – Inquiere Carme con la mirada perdida en dirección al pasillo.
- Carme no quisiera ser grosero, no dudo que deben ser unas fotos extraordinarias, pero si no le importa hablemos de Penjat, tenemos varias cosas que afrontar y una de ellas, es que no se trata de un perro, sino de una rata, una rata muy mona y bien cuidada de eso no hay duda, creo sinceramente que no he visto ninguna antes de este tamaño, de ahí que no sirva para nada educarla como un perro y pretender que actúe como tal. Debo comentarles que no deben sentirse mal o estafados, se han exportado tantas cosas de India, que este no es el primer caso que me encuentro lamentablemente.
Objetivos: El amor es ciego, pero sin duda las obsesiones son igual de lúcidas.
*Carme y Jaume: son los nombres correspondientes en catalán a Carmen y Jaime, y se pronuncian Carma y Yauma respectivamente.
**Penjat: palabra catalana que significa colgado, se pronuncia penyat.
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ka! confesó...
mmm...como de pronto las personas buscana asirse a algo con la mera idea del recuerdo...Vamos! llegué a generar una historia alterna pensándo en que el perro indú pudo ser la reclamación del hijo amante del "rappel"..e inclusive, de inicio pensé en el perico que desupués fué perro y que después fué rata...
Dios..hoy la ladrona no robó..sino que aportó a mi sentido imaginativo..
Bechos!!
confesó...
pues yo igual que ka crei en la reencarnacion, es una historia que me hizo pensar como intentamos encontrarnos con los seres queridos, que hemos perdido a traves de sus objetos, es una historia muy dulce y sugestiva.
hay que seguir tirando del hilo.
besos
confesó...
Ka! no había caído en esa posible evolución: perico-perro-rata. Pero nos alegramos siempre de sugerir... ^_´
Bechos vainilla.
Ilne guapetona, seguiremos tirando del hilo entonces. ª_ª
(A ver cómo muto yo los deberes que me has dejado... me cachis)
Mike confesó...
No puede haber historia más triste... La perdida, la indiferencia, la frivolidad, el dolor y la obseción. Muy buen relato. Por eso adoro este site.
confesó...
Gracias Mike... ciertamente las obsesiones nos pueden jugar malas pasadas. ^_´