Foto: Gris Humo, autoretrato.
Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo, y si junio es ruin, hasta el fin.
¿Has visto algo más inútil que un paraguas en un día de lluvia con viento lateral y ascendente? Lo más normal es verlos abandonados por docenas en papeleras, en cualquier esquina o en el medio de la calle sin más. Más cómico resulta ver un paraguas danzarín y en vuelo rasante perseguido por un joven no mayor de veinte años. Créeme que la edad es importante, a quien parece no importar tanto el mojarse como el papelón de estar rescatando el paraguas de su amada. Una joven observante a distancia e impertérrita por la vergüenza de saberse la propietaria de tamaño objeto bailador.
Porque la primavera la sangre altera y los paraguas descalabra. Hasta tal punto, que adoptan formas convexas y sus esqueletos resultan ser más parecidos a las costillas de Terminator que a las de un paracaídas en miniatura. ¿Cuántas veces has pensado en utilizarlos como Mary Poppins, y aventarte al vacío? Pues desde ya te advierto, que el truco y la magia residen en que aguante cóncavo, aunque sea para resguardarte de la lluvia. El gran Gene Kelly, ya nos lo demuestra en su mítica película que como accesorio y complemento a juego, es divino. ¡Qué guapo era Gene! Me encantan los hombres con cicatrices en la mejilla, darling. Con expresión de buenos pero viriles, como ese chico del concurso ese de baile de la tv, no recuerdo cómo se llama... ¡Pero qué guapo que es también!
Así pues, yo estrenaba impermeable en un gris humo transparente, muy original y divertido, a juego con esas botas de agua negras que compré contigo de rebajas en esa tienda de ropa interior. Esas que costaron sólo cinco euros. ¿Recuerdas darling? Un momento… Tú no eres mi darling, mirando a mi interlocutora, y vosotros tampoco, mirando a los que detrás del espejo se ocultaban, pero bueno da igual, entenderéis enseguida por qué le maté.
Paseaba con mi madre, realmente creo que no hay nada menos erótico que pasear con tu madre. Ella insistía en mantener cóncavo el paraguas, y yo iba pletórica enfundada en mi impermeable gris humo, las calles de Barcelona simulaban estar más vacías de lo habitual bajo la lluvia, sobretodo de turistas. Cuando de repente alguien me toca en el hombro, puedo asegurarte que fue el izquierdo, ya que mi madre iba a mi derecha, y al girarme vi una polla de plástico de esas cutres de punta rosa y falso color carne. ¿Te has preguntado alguna vez por qué insisten en imitar un color que no pertenece a ninguna raza humana conocida, y llamarle con sorna: “carne”? La polla la sostenía un idiota; lo de idiota lo digo, porque así se lo hice saber de manera inmediata. Bautizándole públicamente. Siempre me gusta ir con la verdad por delante nada de cuchicheos, quien a juzgar por su disfraz barato de enfermera sobre su ropa, digo barato porque consistía en dos únicas piezas: gorro y delantal blancos a juego y con senda cruz roja como único adorno central; y de la comparsa que formaban sus 4 amigos, pude deducir fácilmente que celebraba algo parecido a una despedida de soltero. Y que había sido la agraciada de ser el objeto de su burla callejera.
La sangre me hirvió, sentí cómo se agolpaba en mis mejillas, creo que le dije un par de improperios, y en ese momento el aire se revolvió con fuerza y mi madre al estar pendiente de mis palabras mal sonantes, una madre siempre es una madre, e incluso hacerme los coros, debo confesar que este gesto fue bonito porque hacía mucho que no compartíamos algo de manera espontánea, no sé si me entiendes. La cuestión es que dejó de sujetar con fuerza el paraguas, que adoptó una forma convexa, dejando libre sus costillas metálicas. Todo sucedió tan rápido que no puedo por más que lo intente, repetirte el orden y concierto de mis movimientos, sólo se que fui plenamente consciente de que la varilla se la estaba clavando al idiota en su ojo izquierdo, y esto es importante darling. ¿Te importa que te llame así? Digo que es importante, porque yo soy zurda y al llevar a mi madre a la derecha, fue esa la mano y no la izquierda, para mi posterior desazón, la que utilicé para apropiarme de la varilla del paraguas, estoy segura de que eso fue lo que me frenó a medio camino, porque la gente no es consciente de que clavar un ojo en una varilla es realmente fácil. Vamos, como clavar una oliva en un pincho, pero atravesar el cráneo, requiere de más fuerza, más virulencia. Y darling, ¡mira que lo intenté!, pero como te digo, me quedé a medio camino. También puedo asegurarte y que conste en acta, que ni él, ni sus acompañantes eran turistas.
- Te estoy escuchando y no veo que te lamentes del hecho.
- Bueno, lamento enormemente no haber recogida la polla de plástico, con todo el rollo que se formó luego con sus amiguitos de comparsa y mi madre. Ttenías que haberla visto, hecha una leona. ¡Qué orgullosa me sentí! Hasta que llegaste tú darling, junto con tus compañeros, para apartarlos de mí y de mi espectacular impermeable gris humo. ¿Has visto que no me he manchado de sangre gracias a él? Porque sin lugar a dudas la “no novia”, la necesitará para consolarse, me refiero a la polla color carne, claro. ¿Le puedes dar mi e-mail? Seguro que querrá darme las gracias.
Objetivos: Antes de hacerte el gracioso, asegúrate de no estar faltando al respeto primero. Las consecuencias pueden ser irreversibles o inevitables, según se vea. ¿Me queda bien el impermeable, eh?
Tiempo robado (con lluvia) si has leído hasta aquí: Un fin de semana largo, con sus cuatro noches y sus tres días.