Como se habrá percatado más de uno, el nombre de esta entrada hace alusión directa a la película de Bigas Luna, y no... no me refiero a esa en la que juntó por primera vez a nuestros actores más internacionales P y Bardem, no.
Personalmente no la he visto, de hecho debe ser de las pocas recientes de él que no he visto, y no tengo ningún interés por el momento en hacerlo, pero siempre despertó en mí mucha curiosidad el título en sí, me maravillaba que pudiera juntar casi de manera poética una palabra más bien burda con otra que invitaba a la ensoñación, a los deseos nunca confesados, o tal vez por todo ello. Y me preguntaba cómo se le habría ocurrido, qué habría sido el detonante, el catalizador para resumir una obra en esas dos palabras tan dispares y con tan poca rima al pronunciarlas.
Resulta que como parte de los nuevos equipamientos de mi barrio han construído esta plaza que ahora les presento, si tuviera siete años la compararía y sin lugar a dudas con un ovni que ha tocado tierra, con las farolas representando las antenas encendidas e invitando a lo desconocido por conocer, o tal vez con un flan casero a punto de ser devorado, o con la colina donde se ocultan los indios siempre malos de las pelis del oeste. Pero la pérdida de la inocencia hizo que desde el primer momento viera una teta.
Y la revelación fue total cuando una noche regresando de juerga, al rodear la plaza viera reinando sobre ella la luna. Bigas es un visionario, no puedo decir más.
Objetivos: Sí... la farola tiene un toque más bien fálico ahí en medio, si alguien ha visto la peli y quiere comentarla, aquí estaré para leerlo, mientras tanto intentaré seguir descubriendo arraigada en el asfalto la poesía del mobiliario urbano.
Tiempo (entre tetas y lunas) si has leído hasta aquí: 1:25
martes, marzo 25, 2008