Dentro de poco hará un año, no es que me haya acordado de ella, fue pensando en Manuel, que me dije, ostras pues también hará un año de lo de Beni.
Manuel, tenía una vidilla envidiable para sus 60 y poquitos años, una sensación de haber hecho lo que le venía en gana, cuando le dió la gana, de haber exprimido todas sus oportunidades al máximo o de al menos, de haberlo intentado.
No sé, no se lamentaba de lo que no pudo haber hecho, que de seguro fueron algunas cosas, ni le preocupaba el balance final de su vida, como a más de uno antes de tener los 30.
Si me lo preguntaran, contestaría sin dudarlo que sólo a él y a Humprey, le quedaban de maravilla esos sombreros ladeados, fuera cual fuera la estación del año, incluso aquél verano que lo conocimos cuz, recuerdas la spider? Ahí estaba, en puenting directo desde el alerón del sombrero, la araña más cuca que he visto en mi vida, mientras Manuel me hablaba de la última peli de acción que había visto, yo no podía evitar mirar el balanceo de aquella araña, desde su hilo de plata, que no hacía más que reafirmar, que hacía escasos minutos que lo habían sustraído, al sombrero y por ende a la araña, de su habitat invernal, o llámale caja de armario.
Disfrutaba horrores, cuando me explicaba el por qué eran tan geniales esos cascos inalámbricos enormes tipo DJ, aparte de que cubrían toda la oreja, me decía: "a la mujer no le gustan las pelis de acción, mientras se duerme yo me los pongo, y que tengo que ir a mear?, pues voy y no me pierdo lo que dicen en la peli". Qué divino!, oyendo esto quién le iba a explicar a Manuel, que había un botón de "pause" en el DVD.
Aquella tarde que me explicó, cómo de joven, combinaba los trabajos de paleta, con su pasión de toda la vida, la de boxeador, cuántas veces había ganado, el respeto que ganó a pulso, y entonces veía ese brillo en los ojos, y casi que lo veía joven, turgente y sudoroso, lleno de vida, olía su triunfo y él se dejaba oler.
El último verano me mimó, casi sin darme cuenta, me dijiste sin más, que "era tiempo de gazpacho", que no dejabas que tu mujer lo hiciera, el verano y la cocina, se fundían en esa receta y en las manos de Manuel, para bajarme luego botellas de 2 litros de coca-cola, llenas del brebaje color teja más jodidamente bueno que os podais imaginar, insistí como una tonta en que me dieras la receta, accediste como el maestro que sabe, que de nada sirven las instrucciones sin pasión, yo me la apunté y atesoré, como hago con mis valiosos mp3.
Todavía recuerdo haber bromeado sobre las enfermeras, que ya no eran igual de sexys que en antaño, que seguro que se derretían al ver ese tatuaje en forma de cruz en rojo, que te habían hecho en el pecho, y que indicaba el sitio donde el haz de luz, llámale radioterapia, intentaba limpiar en vano tus pulmones, esa cruz roja que se debatía en protagonismo con el Jesucristo de oro que rompía en tu pecho. Recuerdo que me pediste fuego para ese cigarro que te fumabas siempre en mi compañía, y que sabías que no debías, cuando tu mano se levantaba y con la otra arqueada tapabas la llama, ese era el momento en el que el sello de oro que coronaba tu falange, me retaba como un escudo. Cigarro que saboreabas, aún sabiendo que la campana del round no tardaría en sonar, tal vez precisamente por eso.
Ella entró vacilante, no tenía que devolverme ninguna peli, pero me dijo "él ya no tiene nada pendiente, verdad niña?, porque ya no podrá venir más".
Nunca supe decir nada en momentos así, tampoco supe entonces, ni tampoco supe, cuando mi madre me dijo que la abuela Beni había fallecido semanas después, qué se puede decir de una abuela que escasamente viví como tal?, a veces me quedo embobada mirando la receta de gazpacho que cuelga de un imán en la nevera, desde hace un año.
Este verano he recibido algo retro, la he tenido colgada al lado del monitor del pc, todo el mes de agosto, como si fuera una escapatoria visual, su diseño era panorámico para ser una postal.
Objetivo: Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto... o tal vez si... en el peor de los casos al menos podrán leerme...
Tiempo robado si has leído hasta aquí: 4:19.
confesó...
Contigo descubro que en el lugar más sencillo se pueden encontrar historias que contar y recordar.
Entonces el fallo no es de los lugares, sino de los sentidos, que están embotados y no la dejan a unadisfrutar del mundo.
:)
Me han encantado estos cuatro minutos y diecinueve segundos, kleptO.
315517 confesó...
Así me sentía yo hasta hace muy poco con los sentidos mermados. Se agradece que te detengas y no sólo te dejes robar minutos, sino que me los regales en forma de comentarios. ^_^
confesó...
LST, ya sé que no te gusta que te llamen así, pero a mí me gusta pronunciar ese nombre que sólo me sabe a tí, personaje cuestionable como la i, serpenteante y astuto como la s y con esa inmutabilidad de la t, consistente y resistente, firme y segura. Aquí eres LST. ¿LSS para los amigos? (¿o no?)...yo hace tiempo que atisbé la parte que escondes del final.
Alanna
confesó...
Ay pillina, pillina, dando pistas a los maderos, eh? Pues soy la parte más canalla de ambas y ninguna, me alegro de que te asomes y espero que te siga gustando eso que escondo, y enseño sólo a unos pocos, y si sólo 315517, para los amigos... ^_^