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kleptØ

Todo lo que no es nuestro, prometemos haberlo robado. 

martes, febrero 12, 2008

10:45 p. m. - Gallina Azul


Están en su postura favorita en el sofá, tomando ese refresco que tanto le gusta a ella por su color turquesa, cuando una mosca entra en la estancia e intenta de manera necia formar un trío,

- ¿Sabes cómo se echa a una mosca de una habitación? – Le dice ella con la mirada divertida, incorporando su torso del sofá.
- No, ¿cómo? – Le pregunta él por respuesta, esperando ser sorprendido.
- Apagando la luz y abriendo las ventanas, así de fácil. – Le suelta ella de manera convencida y risueña.
- Pero te olvidas que es de noche y si apagamos la luz no veremos ni torta y si abrimos las ventanas nos pelaremos de frío, porque te recuerdo que estamos en invierno. – Le rebate él mientras se levanta del sofá y empieza a sacudir el aire con una revista a la caza de la mosca.
- ¿Quieres parar? – Le dice ella mientras coge el vaso para dar un sorbo de refresco.
- Al menos yo intento matarla. – Justifica él, mientras sigue batiendo el aire a golpe de revista.
- Sí, pero para matarlas no puedes hacerlo de lado, sus ojos, son como miles en uno y tienen una visión fragmentada de lo que les rodea, como una parabólica. – Suelta ella, entre risas y muecas simulando ojos como naranjas*.
- ¿Por qué no intentas matarla tú, entonces? – Le pregunta él, pasándole la revista y sentándose en el sofá.
- Déjame y verás, hay que hacerlo en vertical y… ¡ay, casi!, quieres decir que no le he dado, ya no la veo… – Dice ella aceptando la invitación, se levanta y de un golpe certero bate a la mosca.
- Seguramente, yo tampoco la veo… el otro día soñé algo raro. – Le confiesa él, bajando el tono de voz y removiendo el hielo en su vaso vacío.
- ¡Ah, pero tú sueñas! – Bromea ella, poniéndose frente a él en cuclillas.
- No estoy bromeando, te lo digo en serio, bueno creo que soñé pero en realidad no recuerdo de qué iba, sino más bien la sensación al despertar, incluso creía haber sudado pero, y… esto que quede entre tú y yo, en lugar de despertarme con la camiseta pegada al cuerpo, encontré plumas sobre mi almohada.
- ¡Claro, tonto! – Exclama ella, mientras se deja caer nuevamente a su lado en el sofá y ríe abiertamente.
- ¿Sí? – Pregunta él, dubitativo.
- ¡Pues, sí!, recuerdas que te compré las mismas almohadas que utilizo yo y que van rellenas de plumas, si es que eres un alarmista. – Le contesta ella del todo convencida.
- Sí, pero mis plumas eran azules. – Dice él, como para reafirmar la rareza de su sueño.
- Te habrá desteñido la camiseta con la que dormías. – Le replica ella, sin darle mayor importancia, mientras ojea la revista con la que había matado a la mosca.
- Ya, pero la cuestión es que el otro día al afeitarme noté que la barba me crecía más dura de lo normal, incluso las raíces en lugar de verse marrones se veían… azules. – Dice él, en un tono más abatido.
- Eso, es porque eres un chico duro, como a mí me gusta. – Le dice ella, acercándose a su oído para decírselo arrastrando las palabras.
- ¡Quieres escucharme!, incluso he llegado a pensar que es porque últimamente sólo como pollo, con el rollo de que es carne blanca, ¡me estoy volviendo azul! – Exclama él, a la vez que se aparta de ella de manera brusca, y se apoya en el umbral del balcón.
- ¡Mira, entonces sería la única afortunada en tener mi propio Príncipe Azul!, seré la envidia de todas mis amigas. – Ella se ha levantado del sofá y se abraza a él desde atrás, rodeando su cintura con sus brazos, y dándole un beso en el cuello, rozando con sus labios su tatuaje.
- ¡Te estoy hablando en serio! – Le dice él, intentando parecer molesto, se gira para abrazarse a ella, y entonces le entra un ataque de tos se lleva las manos a la boca con la intención de taparse y regurgita sobre ellas un puñado de plumas azules, ante la atenta mirada de su amiga.
- ¿Ves? – Le pregunta atónito sosteniendo las plumas en la mano, en ese momento sopla un poco de viento y las plumas flotan balcón abajo.
- ¡Es buenísimo ese truco, hazlo de nuevo!, ahora si lo que quieres es que me quede a dormir contigo esta noche, ya te dije que tengo una cena de amigos y que no puedo decirles que no, hoy tenemos a un invitado sorpresa. Recuerda que dijimos que cada uno respetaría a los amigos del otro, como parte del espacio vital de cada uno. – Le explica ella, mientras le acaricia sus anchos hombros.
- Tú, y tus cenas mensuales con tus amigos, ¿por qué no los conozco al menos?, tú conoces a todos los míos, a los del trabajo, con los que bailo capoeira. – Le dice, mientras se aparta del balcón y bebe un poco de refresco para quitarse el mal sabor de boca que le han dejado las plumas, cosa que no sirve de nada porque todavía resulta peor la combinación de sabores a tenor de la mueca que aflora en su cara.
- ¡Mira!, eso es lo que podrías hacer esta noche, un poco de ejercicio te vendría bien, ¡huy, que tarde!, tengo que irme, nos vemos para desayunar. Dame un besito, si es que te comería a trozos. – Le dice ella, a manera de despedida, mientras le besa y recoge sus cosas.
La ve alejarse desde el balcón y piensa que tal vez tenga razón, un poco de ejercicio no le vendría mal, se cambia de ropa y al hacerlo, su mano pasa por su tatuaje en el cuello y nota que sangra, se dirige al baño y al examinarse con atención ve unas incipientes puntas azules, limpia la sangre y se coloca una tirita de la cual escapan unos plumones azules. Pone música y empieza a danzar flexionando las rodillas, y balanceando su cuerpo, primero de lado a lado, luego hacia delante, su cuerpo responde y se aguanta en una pirueta donde sus piernas quieren emular sus brazos, retando la ley da la gravedad, se sentía flotar, fluir todo en uno con la

música y de repente, el dolor se hace presente, se retuerce, su torso busca sus rodillas, en un acto innato y del todo humano de recogimiento fetal, pero ya no tiene rodillas sobre las que flexionarse, en su lugar lucen unas armoniosas y amarillas patas de gallina. Se pone en pie, es decir, sobre sus patas, y busca algo en lo que reflejarse, la puerta del balcón hace las veces de espejo de cuerpo entero y la imagen que le devuelve le sobrecoge pero le resulta familiar, gracias al tatuaje en su cuello. O más bien, por la mancha difuminada que cree reconocer bajo la tirita ahora abultada de plumas, azules. Se nota somnoliento, todo a su alrededor se desvanece, igual que él.



Ella llega en compañía de sus amigos lo encuentran en el suelo inconsciente,

- Justo a tiempo chicos, podéis ir preparando la bañera y las cosas en la cocina, esto será un momento.

Él recupera por un momento el conocimiento, para oírle decir a ella, mientras blande en el aire algo parecido a un cuchillo de carnicero,

- ¡Ay, cariño!, ¿te he despertado?, si es que te comeremos a trocitos. He llegado a tiempo para desayunar como te prometí, y he traído a mis amigos, a ver si tú puedes contestarme, ¿cómo ve una gallina un cuchillo, igual que una mosca?

Le gustaría gritar de hecho lo hace, pero de su boca-pico sale un cacareo, se le escapan las lágrimas pero es muy tarde ya, cuando se da cuenta de que las gotas que nublan su vista no son transparentes, sino rojas y espesas como la sangre.





Horas más tardes, en la sobremesa adornada con plumas azules en honor al opíparo desayuno, ella le pregunta a uno de los comensales, entre risas y eructos de plumas.

- ¿Cómo va tu gallina?, para que después digan que comer gallina no te convierte en una. – Su risa histriónica se convierte en contagiosa y segundos más tarde, todos ríen.




fin





Objetivo: ¿Somos lo que comemos?
*Últimamente todo me parece redondo y grande como las naranjas, ¿estaré comiendo muchas?
Ilustraciones originales e inspiradas en mi relato por Stefan Rehm, el cual está basado en las palabras: gallina, peluquería, amigos, tatuajes, energía, azul.
Tiempo robado (comiendo gallina) si has leído hasta aquí: 5:59


Blogger Remo confesó...

Excelente, excelente...

Al principio pensé que se trataba de la pluma de un ángel en la almohada, luego desvarié, con que el chico era de sangre azul, pero terminé totalmente sorprendido y divertido.

A ver si no me empiezan a brotar espigas (Yo que a diario desayuno avena).

Saludos preocupados.

El Zórpilo.  


Blogger C.D. confesó...

Estremecedor, sólo comparable al relato de la tienda de botones.

Yo lo he ido a leer el día de San Valentín así que suben los puntos en el marcador...lo digo por la inspiración en el "dark romanticism"

Abrazos,

Alanna  


Anonymous Anónimo confesó...

René, sabes que tu opinión es una máxima para mí, gracias por todo lo que comentas, sobretodo por las sensaciones que te ha provocado a medida que leías... gracias. ñ_ñ

¡Menuda sorpresa!, caray muchísisimas gracias por leer y sobretodo comentar... sí, el de la tienda de botones tenía su rollo, por si alguien no lo recuerda o no lo leyó en su día, linkeo el relato. Gracias Alanna, y recuerda que tenemos pendiente una comida. Dos besos, ^_´

Y feliz día de la amistad y el amor a todos mis fieles lectores... Ö_Ö  


Blogger ka! confesó...

Hace años, en un comic de aventuras de disney de circulación nacional, salía un episodio de los tres sobrinos de Donald, donde en el campo vieron huellas de distintos animales en secuencia: buffalo, pájaro, oso y león..y uno de ellos exclamó:

!Bufpajosoleón!

Hasta el día de hoy he almacenado el dato y hoy por hoy, creo que me dara a bien como referencia al animal en que me convertiré...

....La opción 3 sigue ruleando....!

becho! vanilla !  


Blogger Mike confesó...

Un poco tarde... pero que buen relato.. somos lo que comemos es definitivo... jejeje. Las ilustraciones son muy buenas, me encantaron.  


Anonymous Anónimo confesó...

Para tarde mi respuesta, Mike, estoy hecha una anfitriona que no veas... gracias por los comentarios que como siempre le suben la moral a uno, le haré llegar a Stefan lo que piensas de sus ilustraciones... ^_´

Ka!, espero que a estas alturas estés más cerca de la opción 3, porque después de imaginarte de peque leyendo a Donald y sus sobrinos... lo hubiera entendido si llegas a mencionar a Tío Gilito pero los sobrinos a secas con Donald... y si encima salía Daysi... ¡horror!  


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