Lo mejor del zoco de Marrakech, son sus naranjas, cualquier valenciano que se precie, gritará, pataleará y lo negará vilmente, pero ello no le evitará tragar con la excusa de que simplemente es por comparar, el brebaje más dulce jamás exprimido de unas naranjas. Y es que la temperatura es tan terriblemente alta en la plaza Djema-el-Fna, a las 9:00 de la mañana, que puedes estar rozando en agosto tranquilamente los cuarenta grados, y no veas cómo se agradece el zumo de naranja que pasa como la gloria, eso sí, hay que tener en cuenta que te lo expriman en el momento y que no te lo sirvan de la jarra que tienen ahí preparada, que llevará más agua que zumo. La picarezca existe en todos lados. La plaza se haya rodeada en el perímetro por tenderetes de exprimidores de naranjas con sombrillas, y como te digo es un delito atravesarla para meterte en el zoco, sin haberte tomado al menos un vaso. Todavía recuerdo aquella pareja vasca que tras probar el primer vaso, vaciaron su botella de agua evian, para que se la rellenaran con el zumo de las naranjas, así que no te extrañe si te pasa lo mismo.
Recuerdo haber entrado al zoco por la parte donde estaban situados los puestos de aceitunas, grandes y pequeñas, pero jugosas, en todos los colores pasando por el negro, marrones rojizos seguramente por las especies, y verdes. No pude evitar comprar una bolsa, para ir comiendo mientras me paseaba por las callejuelas del zoco, para mí es oler una aceituna y se me hace la boca agua. Dentro del zoco la temperatura baja, las callejuelas son estrechas y al estar a la sombra, la diferencia de temperatura se nota enseguida, pero la cercanía con los productos en su mayoría artesanos, a medida que te acercas a las calles centrales, hace que los olores te impregnen,
Llegando al centro tienes las joyerías que hubieran hecho palidecer de envidia a Alí Babá, y cualquier trabajador nato se sentiría el más inepto sólo de ver cómo sacuden y remueven los tejidos en agua para teñirlos a mano, en la zona textil. Al salir del zoco, el sol tarda poco y nada en herir tus ojos y recordarte el calor sofocante, y tu primer instinto será refugiarte bajo una sombrilla, degustando un zumo de naranja recién exprimido, dulce como la miel.
Objetivos: Hoy me encuentro paladeando unas naranjas grandes como bolas de softball, que he comprado en el paki de la esquina. El recuerdo de aquellas otras naranjas ha sido inevitable, como inevitable ha sido recordarte a ti y a ti también, después de leer vuestros e-mails evocando pasados para mí tan dulces como las naranjas del zoco.
Tiempo paladeando una naranja si has leído hasta aquí: Poco y menos, tengo que lavarme las manos que me han quedado pringosas. Ahora vuelvo. (Es un
Gacela confesó...
Leí esta entrada hace semanas, pero vine con prisa -¡error!-y no pude decirte nada. Hoy que vuelvo con más tiempo, te dejo aquí mi gracias por transportarme de nuevo a Marrakech, a la Djemaa, al festival para los sentidos que es ese zoco, esa plaza, ese zumo ;-)
confesó...
Hola Gacela,
Cuando yo estuve, el calendario decía que estábamos en el verano del '98, en agosto para ser exactos. Fueron diez días increíbles, recorriendo el Atlas en 4x4.
Siempre digo que cualquier fin de semana vuelvo aunque sea para tomarme un zumo de naranja... pero a falta de poder cumplir mis propias promesas, aún siendo tan necias como ésta, mis recuerdos se han impuesto a mis actos.
Me alegro de haberte podido transportar a tí también, de vuelta al zoco.
ñ_ñ
Mike confesó...
Vamp Sista... este texto me encanto... y no solo por las naranjas y las aceitunas, sino por oriente medio y los textiles, cosas que guardo en el codigo genetico y que irremdiablemente me hacen recordar y extraniar a mi abuelo. Abrazo de oso lloricas...
confesó...
¡Anda!, pues eso sí que es bonito, mIkE.
Abrazo de oso, de esos nuestros... "¬"