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kleptØ

Todo lo que no es nuestro, prometemos haberlo robado. 

viernes, noviembre 05, 2010

5:55 p. m. - Esas otras historias.

Foto nº20 del especial, Pumpkin Decorating Ideas del portal Country Living.


Ya pasó Halloween, felicidad anodina, aquellos que piensan que el terror cotidiano, se puede fechar en el calendario y festejar puntualmente. Pero la realidad es que existen ese otro tipo de historias, que en un momento dado te ponen los pelos de punta, y de las que nadie habla, para no darles importancia, o tal vez sea para minimizar su efecto. A riesgo de que alguna de ellas se cumpla, voy a contaros algunas de esas historias...



TRES PELOS

Cada mañana escrutina su cara frente al espejo, y hace un veredicto, sobre el efecto de las cremas en las diferentes zonas del rostro, haciendo hincapié en el entorno de los ojos, son el espejo del alma, y los grandes indicadores de la edad, que no tiene por qué coincider con la biológica, cuestión de la que era muy consciente. De momento parecía sacar un aprobado.

Pero, un momento, ¿qué era eso?, no podía ser, ayer ya había extirpado de raíz dos, y hoy... tenía otro, erecto, sensiblemente más duro al tacto, reinaba en su barbilla, un pelo, que sin lugar a dudas, su hermano hubiera bautizado de bruja. No era cierto, su hermano le hubiera cantado muerto de la risa y saltando a su alrededor: "Mi barba tiene tres pelos, tres pelos tiene mi barba, si no tuviera tres pelos, pues no sería una barba". Quería decir eso que, ¡¿TENIA BARBA?!

Un grito ahogado se le escapó, mientras extirpaba el tercer pelo. Dicen los vecino ajenos a todo ésto, que se puede oír a un alma en pena cada mañana recién tocadas las seis.



LA MALDICION DEL POST-IT

A veces me pasa, no tengo ni mi libreta, ni moleskine que me quiera, a mano. Para apuntar cualquier sandez que se me pase por la mente, y en el mejor de los casos tengo un ticket de compra cuyo reverso, se convierte rápidamente en espacio para notas, amén de las letritas en pequeño difuminadas sobre las condiciones amparadas en la transacción de venta y los términos de devolución, ¿alguien se las ha leído alguna vez?

Pero el día de autos (siempre he querido escribir ésto...), estaba en la oficina, de hecho copiaba para no olvidar la relación de palabras de una compañera checoslovaca, ella sigue considerándose así, porque nació cuando Checoslovaquia era una y no dos, quien aseguraba que al aprender el español, le costó mucho entender y diferenciar cómo nosotros cuando doblamos una consonante podía cambiar no sólo la pronunciación sino el signficado y por ende el contexto, así mencionaba: "pero y perro".

También le hacía gracia que utilizáramos en el contexto laboral el verbo gozar, conjugado de la siguiente manera: "goce y disfrute de las vacaciones restantes para el año vigente".

Y así apunté en el post-it para no olvidar:

pero
perro
goce
gozar

Acto seguido lo enganché en mi cartera, al llegar a casa en la agenda de aquel año, que acabé guardando al acabar el mismo. El otro día, buscando otra cosa, tropecé con la agenda, al hojearla de manera rápida como quien baraja cartas, apareció el post-it. Que ya no me pareció ni tan agudo, ni tan gracioso. Cosas que tiene el paso del tiempo. Arranqué el post-it, lo rompí en cuatro trozos, y lo dejé encima de la mesa del comedor, para tirarlo después a la bolsa de reciclaje de papel, y me olvidé del asunto.

Seguí con total normalidad mis actividades dunte el transcurso de la mañana, y cuando estaba sirviéndome una taza de café en la cocina, noté que algo me rascaba en el codo, era el post-it, bueno en realidad, el post-it troceado enganchado en la manga de mi jersey. Lo retiré y lo dejé encima de la encimera, para tirarlo después a la bolsa de reciclaje de papel.

Minutos más tarde estoy en la terraza, regando las plantas, verificando que los gorriones con espíritu de pirañas voladoras, encuentren su ración de grano diario, cuando algo amarillo llamó mi atención en el suelo, su forma era demasiado recta para ser una hoja seca, me agaché para recogerlo y comprobar que efectivamente era el post-it, lo dejé encima de la mesa de la terraza, para tirarlo después a la bolsa de reciclaje de papel. En esas estaba, cuando sonó imperante el timbre del interfono, por su manera de tocarlo, sabía que era el cartero, salí en estampida a abrir la puerta porque esperaba un paquete certificado. Ahí estaba el cartero, paquete en mano, me dice que tengo que firmar, me ofrece un bolígrafo y al dármelo no atino a cogerlo enseguida y se me cae al suelo.

Fue en ese momento que supe lo que él había visto, lo que él había leído, intercambiamos miradas, que no sabría definir o más bien no quiero definir. Él había sido más rápido que yo en agacharse y coger el bolígrafo que había caído justo al lado de mi pie izquierdo, hágase la salvedad. En la puntera de mi bota izquierda, había un trozo maltrecho de post-it, donde se podía leer claramente:

perro
goce

Desde entonces no abro la puerta cuando suena el interfono, espero que me dejen los avisos pertinentes diciendo que tengo paquetes por recoger en la oficina de correos, cuando salgo al súper y veo el carrito del cartero junto a algún portal, corro despavorida en sentido contrario. Y en casa, así como en la oficina, evito utilizar post-it, es más elimino sistemáticamente todos los que me encuentro en la trituradora de papel, de hecho he adquirido una tamaño mini ideal para el exterminio de los mismos, y que recomiendo encarecidamente.



SUCEDIÓ EN EL METRO

La prensa gratuita que distribuyen es siempre fuente de sucesos, mitos y anécdotas, mezcladas como si fueran un martini con vodka, al más puro estilo Bond, agitado pero no revuelto. Donde a veces es difícil distinguir la verdadera noticia o la intención de la misma, así leo que:

Nicole Kidman, se enjuaga el pelo con, ¿champagne? (foto 2 de 11, leer Her Beauty Secret), asegurando que hace maravillas en el pelo rubio... Con lo que pienso enseguida, qué utilizamos las de pelo moreno... ¿Una Guiness?

Refunfuñando, pensando en que prefiero tragarme la Guiness que usarla de acondicionador, leo que no despedirán al conductor del metro, sino que lo amonestarán simplemente. Hala que escriba cien veces no volveré a gastar una broma sobre bombas imitando a un moro.

El metro se detiene en la siguiente estación, y absorta como estoy en mi lectura, pasan un par de minutos antes de que reaccione y me dé cuenta de que seguimos parados en la misma estación, y unos segundos para comprobar que la mitad de los pasajeros del vagón se agolpan en formación de abanico y silenciosa, alrededor de una de las puertas, por un momento creo estar en un peli de zombies, dejo el periódico a un lado, me levanto y al hacerlo la chica de unos veinte años que tengo al lado y que está escuchando su mp3, reacciona y me imita, nos acercamos a la puerta que tenemos más cercana, y entonces vemos a un hombre, caucásico, con sobrepeso, de unos cuarenta (que se note el visionado compulsivo de CSI durante años y años), tumbado boca arriba en el suelo, al parecer se ha desmayado. El maquinista del metro está a su lado con el walki-talki, razón por la que estamos detenidos, otra persona, un alma caritativa sin duda, agrupa las pertenencias del desfallecido y las coloca bajo sus piernas para elevarlas. En cuestión de minutos llegan más trabajadores del metro, comentan un, "ya están de camino".

El resto del vagón y yo, seguimos igual, como espectadores lejanos, en silencio y mirando a un punto fijo, entonces uno que ha estado leyendo su libro hasta entonces, se levanta, se acerca a la veinteañera (¿he dicho que llevaba leggings y botas altas?), y le pregunta qué ha pasado, a lo que ella contesta desganada, mientras se da media vuelta y toma asiento nuevamente,

- No lo sé, pero yo voy justita.

En cuanto la oyen, otro par de chicas de la misma edad, una de ellas no tarda en hacerle los coros,

- Es verdad, siempre nos tiene que pasar en el que vamos nosotras...

No puedo evitar pensar que si pasara algo, corrijo si me pasara algo, sólo dos de cada cien personas hábiles reaccionan instintivamente en ayudar, el resto miramos, y un porcentaje no menos importante va justito y tiene cosas más importantes que hacer, que reparar en una vida. Aunque esa vida sea la tuya o la mía.




Objetivos: Sobrevivir a esas y otras historias.
Tiempo robado si has leído hasta aquí: Algo menos que un trayecto en metro, poco más de lo que tardarás en arrancarte el tercer pelo.


Blogger ArdillA confesó...

Gracias por dejar tus huellas por mis tierras, nos vamos leyendo.
Un abrazo desde el Sur.  


Blogger Gacela confesó...

Serán historias de terrores cotidianos, pero la de la barba me ha hecho sonreír y con la del post it casi suelto una carcajada... ;-) Eso sí, con la tercera ya te quedas pensando. Y me ha encantado la frase que ponías al principio, cómo era? Lo de poder fechar en el calendario el terror cotidiano. Ojalá... y tenerlo ahí controlado en su día, sin salirse de sus márgenes.  


Blogger Mike confesó...

Y yo que tengo fijación por los post it... simplemente no puedo evitar tapizar mi cubiculo con notas con esos papelitos... en fin, ejercicios interesante vamp sista. Abrazo de oso (que tiene más de tres pelos de barba)  


Anonymous klept0 confesó...

Ardilla, gracias a tí por dejarte robar unos minutos y regalármelos en forma de mensaje.
Ö_Ö

Gacela, me alegra haber contribuído a tu risoterapia... ^_´ Y sí, en realidad a lo que más tememos es a las cosas que escapan de nuestro control.
ñ_ñ

mIkE, ¡eres un valiente!, con un cubículo tapizado. "¬"  


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