Ahí tiene bien colocaditas todas las figuras del pesebre, el papel que imita el cielo estrellado, donde reina brillante la más grande de ellas, de cartulina recubierta de purpurina plateada, que sirve de guía a los tres reyes magos. Las luces de colores tintineantes. Todo perfecto.
Es un rollo eso de quitar el polvo, ahora que ya tiene educada a la perra, que por cierto es de él pero que ella cuida como suya, para que no se acerque, y deje pelos o en el peor de los casos embabe alguna figurita. Los observa impasibles, hacendosos, engalanados, diligentes, cumpliendo promesas de buenaventura y un futuro dichoso.
Por eso precisamente, por un futuro dichoso, ella igual que habían hecho su madre y la madre de su madre, había decidido dejarlas ahí reinando en la mesilla esquinera, aunque afuera en la calle reinara el calor más absoluto como es normal durante el mes de agosto, y las navidades como concepto estético para los demás, estuvieran más que pasadas. Y ahí seguirían cumpliendo la promesa de permanencia, hasta que él volviera.
La gente siempre disimula mal, cuando al entrar en una casa, ve algún adorno a destiempo: fotos de primera comunión tamaño XL, cuando el niño en cuestión ya es un adulto XL o como en el caso que nos ocupa ve un pesebre en verano. Y su casa no era la excepción, pero lo que desconocían quienes fortuitamente se arriesgaban a comentarlo, era que el pesebre llevaba ahí exactamente dos inviernos y dos veranos, y ahí seguirá hasta que él vuelva, pero no físicamente, que ya se le había presentado en alguna ocasión, sino que "vuelva a ser el de antes", que vuelva a ser su niño.
Objetivos: Cada uno mide el plazo de una promesa como mejor le parece, utilizando los indicadores que para ello crea oportuno, pero las promesas inalcanzables como consecuencia del autoengaño, son simplemente eso, estrellas en papel estrellado.
Tiempo robado si has leído hasta aquí: Dos inviernos y dos veranos.
Gacela confesó...
Puf, promesas inalcanzables, palabras vacías, papel mojado. Es difícil esquivar el autoenganyo, hacer una bolita con el papel y seguir adelante.
A veces, para ese "seguir adelante", primero hay que empezar a andar confiando en la promesa, en ese regreso incierto, al menos no quedarse quieta.
Y tiempo después, lo mismo ya te levantas un día, examinas la promesa y te das cuenta -aunque ya lo supieras- de que es eso, papel mojado, palabras vacías, y de que no tiene sentido seguir esperando que se cumpla. A lo mejor para entonces no te hace falta seguirla utilizando de bastón. Pero mira, lo que hayas caminado mientras creías en ella no dejan de ser metros avanzados...
confesó...
Me gusta esto de "usarla como bastón", ¡sí!... digo no, efectivamente se trata de seguir avanzando pero, ¿y si lo has hecho en sentido contrario?
Abandonando otros bastones por el camino, otros guías, desandar para volver a andar, recto con los hombros erguidos, pecho fuera, barriga adentro, culo respingón... es tan fácil encogerse como una tortuga y caminar poquito a poquito, para no molestar, ni siquiera a uno mismo.
Gracias, Gacela.
ñ_ñ
P.D.: Palabra de comprobación => unalo. Se me ocurre:
1.- Únalo: unamos los andares y quién sabe, llegar, llegaremos.
2.- Un halo: de esperanza, de aire fresco.
Ö_Ö
Gacela confesó...
¿Y si lo has hecho en sentido contrario?
Buf, entonces no sé!! Yo tengo muy metido en la cabeza lo del seguir avanzando aunque a veces tus pies no tengan rumbo, aunque no sepas hacia dónde andas, pero al menos seguir dando pasos, uno, dos y otro más. Supongo que porque uno de mis peligros es el quedarme quieta, el inmovilismo total... y he aprendido que si quiero tener todo claro antes de echar a andar, nunca doy el (los) paso(s). Así que eso, muchas veces ando sin rumbo, con los bastones que voy encontrando, como la pequenyaja que se agarra a las estanterías y a las sillas, con mis muletas.
Y a lo mejor no estoy yendo a ningún sitio (o incluso en sentido contrario, horror!), pero no me quedo quieta. Ya es un cambio.
Y gracias a ti por reabrir este espacio. Cada vez que vengo me doy más cuenta de lo que te he echado en falta. :-)
confesó...
Gacela,
Mantenerse en movimiento, aunque sea sin rumbo, imagino un trompo, una bailarina de plástico que no sabe que su escenario es una caja de música.
Pero la imagen de la pequenyaja que se agarra a las estanterías, me gusta, es positiva, tiene algo implícito de aprendizaje constante, aunque tropieces y te equivoques de muleta-estantería, o de rumbo.
ñ_ñ
P.D.: Palabra de comprobación => halarro. Se me ocurre:
¡A la road!
>_<