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kleptØ

Todo lo que no es nuestro, prometemos haberlo robado. 

domingo, enero 11, 2009

4:25 p. m. - Sabes que es el momento.

El piloto del avión saca del equilibrio en el que se encuentra su petaca, de entre los mandos del avión, para meterle un sorbo largo que le obliga a inclinar su cabeza hacia atrás, de repente una ráfaga de aire hace que su pañuelo blanco anudado al cuello, se interponga a la boquilla de su petaca, indicio de que la puerta lateral de carga-descarga y la que sirve para saltar, está abierta, gira su cabeza, sin dejar de sostener la petaca, para comprobar que detrás no queda nadie. Él va cayendo suavemente en algún lugar de África, o eso es lo que nos han dicho, y aunque yo lo explique ahora, de esto hace ya unos años. Unas ruedas se perfilan tras el arnés del paracaídas, en su descenso lleva como equipaje de mano, aparte de una escopeta y su mochila, una bicicleta. Cae sobre un árbol, en cuestión de minutos está recorriendo la sabana africana con su bicicleta, y la cámara hace aquí un primer plano de su cara: Terence Hill. Llega hasta una ciénaga llena de hipopótamos, un jeep aparece, él apunta y dispara a la rueda, el jeep pierde el control y sus cuatro ocupantes se disponen a acompañar a los hipopótamos en su baño de aguas turbias, aquí otro primer plano del primer hombretón que aparece de entre los hipopótamos: Bud Spencer. Cuando todavía me encuentro en shock infantil, porque klept0peque vio absolutamente todas sus películas, descubro que esta no la recuerdo y que el título que no tarda en aparecer, lo desvela todo: I’m for the hipopotamus.

Sabes que es el momento de cambiar de canal, tropiezas con un nada despreciable documental que habla sobre el Ché, donde gente cubana que estuvieron como presos políticos y que se salvaron de ser ejecutados, a cambio de años en la cárcel, hablan sobre él. Y donde la palabra colaboradores y el verbo colaborar (pronunciar con acento cubano, es decir, acentuar y entonar las o’s y ahuecar las erres) tienen una connotación que me asusta, más que los años de cárcel que han cumplido…

Foto: Momento Wonka de kleptØ.

Sabes que es el momento de volver a cambiar. Tropiezas con un documental cámara en mano: Hats of Jerusalem. Recuerdas las palabras de cvm que el otro día al volver de la mani para que cese el fuego en Gaza, y soportar lemas con los que no estaba de acuerdo llegó a la conclusión de que: "Tan terrorista se puede considerar la acción de Israel como la de Hamas". Decides dejarte transportar a la niñez del narrador que se reconoce como palestino neutral, es decir, que no se identifica con ninguno de los sombreros, los cuales transmiten un dolor más allá de su procedencia histórica y personal, aparte de etiquetar, pero que sabe que hubiera podido ser tranquilamente un israelista ortodoxo si su abuelo hubiera tenido otra vida después de la guerra. Sabe que su neutralidad hace que los demás le miren con indiferencia porque al no identificarse bajo un sombrero es que a lo mejor no sabe “quién es y cuáles son sus raíces”, o peor aún que reniegue de ellas.

Mi mirada se detiene en el teléfono. Sabes que es el momento de llamar. Tan fácil como eso, marco, suena y no contestas, decido llamar a la source, me contesta LL, que deja de disimular que se encuentra enferma al descubrir que soy yo, y no de su trabajo llamando para verificarlo, me pasa directamente con la source, que hace ver que se alegra, se interesa por mí, así que le brindo una anécdota de “mi mala suerte” de esas que le gustan, porque la felicidad no la entiende y desconfía de ella. Cuando creo erróneamente haberme granjeado su confianza, le pregunto por tú número para comprobar que sea correcto el que tengo. La source ha vuelto a ser la que siempre ha sido, y con un tajante no, casi da por terminada la conversación. Consigo hablarle del tiempo, de los hilos de plata en nuestras cabelleras, de una manera casi triunfal para mi, veo que no insinúa leerme las hojas de té por teléfono, con lo que ello acarrea. Me despido de ella, prometiéndole llamar más a menudo, desconozco el significado de lo que quiero decir realmente con ello, pero suena bien como frase final, le envío un beso, ella hace lo mismo de una manera sonora haciendo que prácticamente note su aliento en mi mejilla, me hace sonreír y eso es más de lo que podía esperar de la source.

Al día siguiente consigo hablar contigo, el teléfono que tenía resultó ser correcto, una hora pasa sin darnos cuenta, tu me hablas de tu rutina diaria, de que estás bien, yo hago lo mismo, nos reímos al comentar sobre la source, recordamos que han pasado casi siete años, y nos proponemos que tal vez este año podríamos volver a vernos… y aunque así no fuera, escuchar hoy tu voz, imaginar tu sonrisa era todo lo que necesitaba.





Objetivos: Me despido de tí, prometiéndote llamar más a menudo.
Tiempo robado (en tonos de llamada) si has leído hasta aquí: Un tono... dos tonos... contestas.


Blogger Mike confesó...

Ayer colgue dos llamadas de amigos del alma porque no ser la esperada; es frustrante... el viernes abandone una fiesta de una persona por una llamada desesperada.
Lo cierto es que en mi caso, no sé si quiero escuchar su voz en el telefono...  


Anonymous Anónimo confesó...

¡Ains, las llamadas desesperadas, y las no-esperadas! Dan para mucho...
Yo es que soy un poco cactus y de tanto en tanto, necesito gotas de agua... es decir, en este caso en particular, hace casi 3 años de la última vez que escuché su voz, y ciertamente 7 años sin verle, más allá de una foto digital que me envió hará un año... y aunque reniegue a veces de ellas, las raíces son las raíces. Y hasta aquí puedo leer (escribir).
^_´  


Blogger Social Drinking y Su Sonido Chikinasty confesó...

La voz, herramienta del hombre que es diferente a las demas voces, codigo personal y a veces tan imponente y vibrante....que efectos tiene en usted esa voz?  


Blogger Remo confesó...

Por eso es que a veces prefiero la frialdad de los mensajes por celular... lo sé no es lo mismo, pero estoy en un periodo de robotización total y escudo en las letras emociones reprimidas.

Saludos de texto.

El Zórpilo.  


Anonymous Anónimo confesó...

Ozkar, ¿en serio que no se imagina los efectos? Un maestro como Ud. de las artes... imaginemos, pues. ^_´

Zórpilo, los períodos de robotización son cómodos y protectores, pero le aseguro que uno disfruta del picor de los arañazos, cuando se decide jugar sin escudos. ¡Anímese! ^.^  


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