Sabes que es el momento de cambiar de canal, tropiezas con un nada despreciable documental que habla sobre el Ché, donde gente cubana que estuvieron como presos políticos y que se salvaron de ser ejecutados, a cambio de años en la cárcel, hablan sobre él. Y donde la palabra colaboradores y el verbo colaborar (pronunciar con acento cubano, es decir, acentuar y entonar las o’s y ahuecar las erres) tienen una connotación que me asusta, más que los años de cárcel que han cumplido…
Foto: Momento Wonka de kleptØ.
Mi mirada se detiene en el teléfono. Sabes que es el momento de llamar. Tan fácil como eso, marco, suena y no contestas, decido llamar a la source, me contesta LL, que deja de disimular que se encuentra enferma al descubrir que soy yo, y no de su trabajo llamando para verificarlo, me pasa directamente con la source, que hace ver que se alegra, se interesa por mí, así que le brindo una anécdota de “mi mala suerte” de esas que le gustan, porque la felicidad no la entiende y desconfía de ella. Cuando creo erróneamente haberme granjeado su confianza, le pregunto por tú número para comprobar que sea correcto el que tengo. La source ha vuelto a ser la que siempre ha sido, y con un tajante no, casi da por terminada la conversación. Consigo hablarle del tiempo, de los hilos de plata en nuestras cabelleras, de una manera casi triunfal para mi, veo que no insinúa leerme las hojas de té por teléfono, con lo que ello acarrea. Me despido de ella, prometiéndole llamar más a menudo, desconozco el significado de lo que quiero decir realmente con ello, pero suena bien como frase final, le envío un beso, ella hace lo mismo de una manera sonora haciendo que prácticamente note su aliento en mi mejilla, me hace sonreír y eso es más de lo que podía esperar de la source.
Al día siguiente consigo hablar contigo, el teléfono que tenía resultó ser correcto, una hora pasa sin darnos cuenta, tu me hablas de tu rutina diaria, de que estás bien, yo hago lo mismo, nos reímos al comentar sobre la source, recordamos que han pasado casi siete años, y nos proponemos que tal vez este año podríamos volver a vernos… y aunque así no fuera, escuchar hoy tu voz, imaginar tu sonrisa era todo lo que necesitaba.
Objetivos: Me despido de tí, prometiéndote llamar más a menudo.
Tiempo robado (en tonos de llamada) si has leído hasta aquí: Un tono... dos tonos... contestas.
Mike confesó...
Ayer colgue dos llamadas de amigos del alma porque no ser la esperada; es frustrante... el viernes abandone una fiesta de una persona por una llamada desesperada.
Lo cierto es que en mi caso, no sé si quiero escuchar su voz en el telefono...
confesó...
¡Ains, las llamadas desesperadas, y las no-esperadas! Dan para mucho...
Yo es que soy un poco cactus y de tanto en tanto, necesito gotas de agua... es decir, en este caso en particular, hace casi 3 años de la última vez que escuché su voz, y ciertamente 7 años sin verle, más allá de una foto digital que me envió hará un año... y aunque reniegue a veces de ellas, las raíces son las raíces. Y hasta aquí puedo leer (escribir).
^_´
Social Drinking y Su Sonido Chikinasty confesó...
La voz, herramienta del hombre que es diferente a las demas voces, codigo personal y a veces tan imponente y vibrante....que efectos tiene en usted esa voz?
Remo confesó...
Por eso es que a veces prefiero la frialdad de los mensajes por celular... lo sé no es lo mismo, pero estoy en un periodo de robotización total y escudo en las letras emociones reprimidas.
Saludos de texto.
El Zórpilo.
confesó...
Ozkar, ¿en serio que no se imagina los efectos? Un maestro como Ud. de las artes... imaginemos, pues. ^_´
Zórpilo, los períodos de robotización son cómodos y protectores, pero le aseguro que uno disfruta del picor de los arañazos, cuando se decide jugar sin escudos. ¡Anímese! ^.^