Su color va desde el verde lima al blanco cebolla, su piel lisa resbala sobre la lengua, y cuando mi colmillo se clava en él, eclosiona todo su interior, sus pequeñas semillas cual metralla inundan mi paladar, y alguna llega certeramente hasta mi campanilla, que actúa como si fuera un interruptor de sensaciones. Siento como una corriente interna, que conecta mi campanilla con mi lagrimal, en una conección inaudita, incluso sórdida, en ese momento intento balbucear algo como "que me encanta el sabor a aceituna que tiene", pero estoy afónica por el efecto ácido del vinagre, y simplemente lloro de puro gusto.
Hasta ahora sólo diferenciaba de las aceitunas picantes de las que no, ya que las primeras sobretodo si van en aceite y con pimentones rojos, además de las guindillas, bueno la sensación es casi orgásmica, paso de notar todos los sabores a no notar nada, y seguidamente me pica el oído, pero no como para rascarme, más bien es un calorcito que me sube por el oído y que provoca un picor interno, de puro gusto vamos. Y ahí tenía yo mi ranking particular, una aceituna no era suficientemente buena y por ende picante si no me subía el calorcito por las orejas, esto ha quedado totalmente desbancado por los tomates verdes, no serán suficientemente buenos, si no me hacen llorar de puritito gusto.
Vamos lo mismo que con los amantes y los amigos, los buenos te hacen llorar.
Objetivo: Que os digo desde ya, que si el guionista de la peli llega a descubrir estos, de fritos nada!. Creeis que si como más de 3 seguidos, me volveré como la Fiona, digo de verde...
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