Mi mente divagaba con las vistas a cámara rápida de kilómetros de playa, kilómetros de vías, cuerpos al sol, gente jugando en la arena con las palas, a voleyball, gente expuesta al tórrido sol del verano, gente escondida bajo las sombrillas. ¡La sombrilla!, eso era, no me la tengo que olvidar, la tengo en la estantería de metacrilato transparente sobre mi cabeza, levanto los ojos y efectivamente ahí sigue, igual que la parejita que no para de hacerse arrumacos a mi derecha del vagón de la renfe en el que voy.
Por un momento tengo una de esas ideas del millón que te abordan cuando viajas en tren: ¿por qué no llevan una muñequera de seguridad incorporada?, es decir, la cinta para colgar del hombro está muy bien, la otra cinta de ajuste para cerrarla y que quepa en la funda, genial. Pero... por qué no hacerle una muñequera extensible para no abandonarla en el tren, en la andana, en el bar cuando luego te estás tomando algo y la dejas colgada del respaldo de la silla en lugar de tu hombro.
Estaba ya diseñando la línea del producto, posible nombre comercial, posibles colores de lanzamiento, ácidos y vivos como el calor del verano, posible mercado potencial, cuando subieron ellos al tren.
La música me envolvió y disipó todas mis elucubraciones estivales, reconocí el sonido metálico de una flauta travesera, que me transportó a viejas vivencias al otro lado del océano. Supe que no era sólo yo sino que vivía una experiencia colectiva diferente, cuando la pareja de al lado dejó los arrumacos para unirse al resto de los pasajeros y escuchar embobados al trío de músicos, igual hizo la que leía, el que hacía sudokus, la que tenía los cascos con su mp3 y al notar que todos mirábamos a un punto fijo, se los quitó para orientar también sus orejas. Cuando acabaron de interpretar un par de temas, el vagón entero estalló en un aplauso y casi todos quisieron aportar económicamente, incluso yo... de buen grado me hubiera cambiado de vagón para seguirles, pero tenía que bajarme del tren, la siguiente ya era mi parada. Bajé feliz tatareando algo nuevo, fresco, diferente, al pasar por las puertas del siguiente vagón pude escuchar como la gente pedía otra canción. Me tumbé al sol y me escondí bajo mi sombrilla con una sonrisa en los labios y el susurro del mar acariando mis orejas.
Objetivos: Olvidé por completo en algún bolsillo mi estudio de mercado para el accesorio muñequera ideal sombrillas, de la misma manera que olvidé recordar que el mes pasado este blog cumplió seis añotes flotando en la red. Pero no olvidé que el grupo se llama Chilanya, y que como muchos expresan en el facebook del grupo, me sentí afortunada de haberme tropezado con ellos.
Tiempo robado si has leído hasta aquí: Un trayecto en tren, dirección maresme.
Mike confesó...
Cajon, guitarra y flauta... lo hubieses imaginado??
confesó...
Nop... sorprendente, ¿eh?
(Palabra de comprobación: tridedu) >_<
"¬"